(Chiapas, México) — A sus 11 años de edad, Óscar tiene que trabajar los siete días de la semana para ayudar a su madre con los gastos de la casa. Como miles de niños en México, se ve forzado diariamente a cambiar sus juguetes, y en muchas ocasiones los útiles de la escuela, por un empleo a la orilla del río Suchiate.
El trabajo de este niño de piel morena y rasgos indígenas que aparenta menos edad que los 11 años que asegura tener, consiste en cargar y descargar bultos o cajas de mercancía en el río Suchiate, en la frontera entre Tecún Umán Guatemala y Ciudad Hidalgo, Chiapas, México. Esta labor requiere fuerza y resistencia apropiadas para un adulto y no para un niño flaco y débil como lo es Óscar.
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La mercancía que este niño carga y descarga consiste de frutas, legumbres, granos o cualquier otro producto de uso para el hogar o el campo que se venden en las tiendas de ambos lados de la frontera entre México y Guatemala. Estos artículos se transportan en balsas compuestas por cámaras de neumáticos de tractor, que cruzan de manera ilegal el caudaloso río Suchiate a cualquier hora del día y hasta entrada la noche.
Cuando conocí a Óscar era un sábado por la tarde. Ese día el pequeñín tenía que trabajar por lo menos 10 horas, que es el promedio de tiempo que labora los fines de semana para llegar a ganar unos cincuenta pesos mexicanos, aproximadamente $5 dólares americanos.
Óscar es guatemalteco pero trabaja en el lado mexicano del río. Aunque puede laborar en la parte del río que queda en su país natal, él prefiere hacerlo en México porque asegura que aquí le pagan mejor. Óscar tiene cuatro hermanos, uno de ellos mayor que él quien también trabaja cargando y descargando bultos en las balsas que cruzan el río Suchiate.
Dice que asiste al cuarto año de primaria en Tecún Umán, Guatemala de donde es nativo, y que al salir de la escuela de inmediato se va a la orilla del río a trabajar. El fin de semana llega desde temprano y trabaja todo el día.
En sus ratos de tiempo libre, Óscar se divierte echando piruetas o clavados en las sucias aguas del mítico e impopular río Suchiate. Es una forma de diversión para él, además de brincar y jugar en el agua como el niño que es, le ayuda a refrescarse un poco pues las altas temperaturas y la humedad del verano en esta región selvática del sur de México convierten los días en insoportables.
Como Óscar, muchos otros niños de esta zona fronteriza hacen lo mismo: trabajar de sol a sol para ganarse la vida. Algunos tienes 15 o 16 años de edad pero también se encuentran de 9 o 10 años, y en ocasiones hasta más pequeños. Los más grandes ya no cargan ni descargan bultos porque aprendieron a remar las balsas con varas que pueden alcanzar a medir varios metros de altura. Óscar y algunos de sus amiguitos de similar edad saben que algún día también dejarán de ser cargadores para convertirse en remadores, un trabajo mejor remunerado.
Algunos de estos niños de diminutos cuerpos para la edad que tienen, han crecido en este transitado cruce comercial cargando y descargando mercancía. Aquí en la frontera sur de México, estos pequeños ven escapar la niñez de sus vidas como escapan las sucias aguas del río frente a sus pequeños ojos.
Para ellos, trabajar cargando y descargando bultos a su corta edad es la única forma de ayudar económicamente a sus familias. De otro modo, corren el riesgo de terminar pidiendo dinero en las calles o, peor aún, cometiendo actividades ilícitas para generar dinero. Estos actos son muy comunes en esta zona y de los que muchos niños no logran escapar aquí en esta frontera, conocida también por muchos como la frontera olvidada.
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