El dolor de mi gente, la historia del doctor John Molina de Guadalupe, Arizona

El Doctor John Molina fundó la Clínica Las Fuentes en el pequeño poblado de Guadalupe, Arizona, en el área metropolitana de Phoenix. Foto: Eduardo Barraza | Barriozona Magazine © 2008
El Doctor John Molina fundó la Clínica Las Fuentes en el pequeño poblado de Guadalupe, Arizona, en el área metropolitana de Phoenix. Foto: Eduardo Barraza | Barriozona Magazine © 2008

El doctor John Molina es el fundador de la Clínica de Salud Las Fuentes que se ubica en el pueblo de Guadalupe, Arizona. Su trabajo y dedicación representan una gran contribución de servicio, sacrificio y compasión por la gente.

(Guadalupe, Arizona) — Un límite de velocidad de 25 millas por hora y muchos letreros de alto hacen de Avenida del Yaqui una calle de tráfico lento. Avenida del Yaqui es la calle principal del pueblo de Guadalupe, una de las comunidades más pequeñas de Arizona, y más ricas en tradiciones y costumbres. Los letreros de la calle parecen marcar más que el paso del tráfico; también marcan el palpitar del corazón antiguo de Guadalupe, un corazón que palpita con cadencia contemporánea.

Sobre este pueblo de menos de seis mil habitantes, y aproximadamente una milla cuadrada de extensión, un siglo de orgullo y lucha descansa. Fundada alrededor del comienzo del siglo XX por indios Yaqui de Sonora, Guadalupe retiene mucho de sus actitudes, ceremonias y modos. Su nombre, empero, simboliza la devoción enraizada de la gente al catolicismo, al cual muchos Yaquis se convirtieron siglos atrás. Hoy, la mezcla cultural y demográfica deletrea su carácter definido y único, y da forma a su modesto pero fuerte sentido de dignidad y valor. Rodeada de ciudades urbanas y suburbanas, el pueblo ha preservado bien su humilde identidad. Guadalupe es decididamente ella misma.

Avenida del Yaqui es el centro social y económico de Guadalupe, y en donde los negocios y centros comunitarios abren sus puertas a residentes y visitantes. Los nombres en español de las calles son una afirmación lingüística, en un estado de partidarios del inglés como idioma oficial. Calle Iglesia, Calle Maravilla, Calle San Angelo. Aun así, la mayoría de los residentes son bilingües en español y en inglés, y algunos hablan yaqui también. La mayoría de los habitantes de Guadalupe están emparentados entre sí, así que los visitantes son detectados casi inmediatamente. Se les ve con una mirada de desconfianza, pero también con una combinación de amistad y timidez.

Al oeste de la Avenida del Yaqui, sobre la Calle Iglesia, dos templos blancos se sitúan uno junto del otro. Su posición enfrente de una plaza de tierra, hace que los edificios parezcan dos palomas blancas, reposando serenamente en medio de un desierto. Son el Templo Yaqui y el Templo Católico. Su contigüidad simboliza las creencias religiosas de Guadalupe, coexistiendo en proximidad fraternal.

Justo al norte de la Calle San Angelo, un hombre vende naranjas y mandarinas en la parte trasera de su camioneta. Los colores cítricos contrastan con el algo sombrío paisaje de las calles de Guadalupe, en donde personas de todas las edades caminan tranquilamente en esta mañana de sábado. Otros se reúnen enfrente de sus casas; formando semicírculos, parados juntos bromean y ríen. Un padre y su hijo sentados en sillas disfrutan de un refresco, y de la cálida luz solar de la mañana. Una persona que maneja un carro blanco, se detiene en el carril central de Avenida del Yaqui, y pregunta al vendedor de fruta en dónde está la Clínica de Salud Las Fuentes. Cortésmente, el vendedor apunta a un pequeño edificio al sur de la Calle San Angelo, pero advierte amablemente al conductor: “¡La clínica está cerrada los sábados!”

Es en este pueblo, y sobre esta avenida, es donde surge una admirable historia de compasión y servicio para ayudar a gente sufriendo. En el mismo núcleo de esta comunidad en lucha, un hombre responde al llamado de su propio corazón, determinado a sanar el dolor y la enfermedad de su propia gente. Su nombre: John Molina, Doctor John Molina, un nativo de Guadalupe y fundador de Las Fuentes. Hijo de un hombre Yaqui puro, y una mujer Mexicana-Apache, el doctor Molina es sin discusión un individuo predestinado. Su trabajo y contribución, dirigidos a mejorar la salud de los habitantes de Guadalupe no sólo ha cumplido su propósito, sino ha creado un modelo de dedicación, trabajo esforzado, e inspiración. Hoy, la Clínica de Salud Las Fuentes de Guadalupe resalta no sólo por su invaluable servicio a la comunidad, sino por la fuerza sanadora e interna encontrada en tan pequeño edificio. La clínica es más que un inmueble para el cuidado de salud; es una fuente de fuerza compasiva.

El Doctor John Molina frente a la Clínica Las Fuentes en Guadalupe, Arizona. Foto: Eduardo Barraza | Barriozona Magazine © 2008
El Doctor John Molina frente a la Clínica Las Fuentes en Guadalupe, Arizona. Foto: Eduardo Barraza | Barriozona Magazine © 2008

El doctor John Molina comienza su jornada en la Marina de Estados Unidos

El punto de partida del doctor Molina puede ser trazado en 1974, cuando él ingresó a la Marina Naval. “Esa fue una buena experiencia –dice el doctor– porque me sacó fuera de Guadalupe para ver otro mundo. Viviendo en Guadalupe es todo lo que conoces, todo lo que vives, todo lo que experimentas, bueno y malo. La Marina ensanchó mis horizontes, y me permitió ver otros mundos y culturas; me ayudó a ver mi propia cultura de afuera hacia dentro. Durante este tiempo, vine a interesarme mucho en las profesiones de ayuda. Cuando miré en retrospectiva, vi que Guadalupe estaba en dificultades, no sólo económicamente, sino con muchos problemas: abuso de drogas, alcoholismo, y pobreza. En la Marina tuve oportunidad de respirar y aprender por mí mismo, pero también vi las necesidades en Guadalupe. Me decidí a regresar y ayudar de cualquier modo posible”.

Después de esa experiencia reveladora, el doctor Molina se involucró en el trabajo social y prosiguió a estudiar una carrera en la Universidad Estatal de Arizona. “Cuando estaba estudiando para obtener mi título universitario, también era trabajador social en Guadalupe”, recuerda el doctor Molina. “A finales de los años 70 y a principios de los 80, yo visitaba a personas para ayudarles a obtener sus servicios públicos, comida y otras necesidades. Fue durante este tiempo que vi mucha gente literalmente muriéndose en sus casas. No iban a ver a un doctor porque no tenían dinero, porque les daba vergüenza y pena ir a ver al doctor. Las diferencias culturales eran muy obvias. La gente se sentía incómoda de ir fuera de Guadalupe a ver a un doctor de raza blanca, no podían entender, se sentían incómodos. Miré a personas curándose a sí mismas en sus casas; se tomaban sus yerbas, iban a ver al curandero, pero seguían enfermos”.

El acontecimiento que realmente impactó al doctor Molina fue la vez en que visitó a un enfermo. “Miré a un hombre de nuestro pueblo, un mexicano que estaba curándose el dedo grande del pie con hierbas y aloe vera. Cuando me lo mostró, su dedo estaba podrido y deteriorado. Me impactó de verdad lo que la gente estaba sufriendo, sólo porque se sentían incómodos, o no tenían dinero, para ir a ver al doctor. Y aquellos que veían al doctor, tenían los frascos de medicinas en su casa, pero no se las tomaban porque no sabían cómo o por qué. Algunos de ellos veían al doctor, y se les explicaba todo. Pero siendo la gente orgullosa que son, y para no avergonzar al doctor, sólo movían la cabeza, decían ‘está bien,’ y se iban. Pero no tenían ni idea qué estaba pasando con ellos, o por qué necesitaban tomarse las píldoras. Esto me conmovió de verdad”.

Llamado a la medicina

Esta conmovedora experiencia y un amigo, llevaron al doctor John Molina a dedicarse él mismo a una latitud más profunda de servicio. El amigo era el doctor Lincoln Westman, un psiquiatra de raza blanco que estaba tratando a algunos residentes de Guadalupe. “Cuando le dije cómo me sentía acerca de la gente, él me retó diciéndome: ‘¿Por qué tú no te conviertes en un doctor?’ Yo dije: ‘¿Cómo, yo?’ Ya estaba ayudando como trabajador social en un programa del gobierno. Tenía más de treinta años de edad, estaba casado y con cuatro hijos pequeños. No sabía cómo iba a hacerle; estaba terminando mi título universitario. Aún así, el doctor Westman me dijo: ‘Tal vez tú deberías ser el doctor.’ Así que lo pensé. Con lo que me dijo el doctor, y animado por otros amigos, me decidí a entrar al campo de la medicina. Terminé mi licenciatura, y tomé algunos requisitos previos. Estudié para el examen, me inscribí, y fui aceptado en el Colegio de Medicina de la Universidad de Arizona en Tucson en 1986.

El haber sido aceptado en la Escuela de Medicina representó el primer paso para que el Dr. Molina comenzara su plan de abrir una clínica en Guadalupe. “Pensé que lo que este pueblo necesitaba era solamente una clínica pequeña, en donde la gente se sintiera cómoda, se hablase su idioma, y en donde no se preocupara de tener que pagar. Una clínica que pudiera entender su cultura y su familia, y que los hiciera sentirse bienvenidos; donde pudieran simplemente entrar a ella”.

Después de cuatro años en la escuela de medicina, el doctor John Molina se graduó en 1990, y tomó cuatro años más de entrenamiento especializado en obstetricia, el cual terminó en 1994. Después regresó a Phoenix para trabajar en un hospital.

“Esa fue la oportunidad perfecta –explica– porque al tener un empleo, decidí que era el tiempo, así que comencé a buscar un sitio para la clínica. Mi familia siempre ha sido parte de Guadalupe. De hecho, mi familia asiste a la Iglesia Presbiteriana de Guadalupe, y yo he ido a esa iglesia desde que era un niño pequeño. Así que cuando hablé con los de la iglesia, ellos me dejaron usar un pequeño inmueble para comenzar una clínica de voluntarios”.

En Agosto de 1995, el doctor Molina y su madre, María Elena García, comenzaron a ir en las tardes y los sábados a limpiar el pequeño inmueble, y alistarlo para la clínica. “Al principio nunca pedimos dinero o subvenciones “, revela el doctor. “Decidimos que vendríamos los fines de semana y en nuestro tiempo libre, y proveeríamos cuidado de salud a la gente. Mi primer paciente vino a verme en septiembre de 1995. Era una joven adolescente yaqui con una infección en la piel”.

ENLACE EXTERNO → Página oficial del Pueblo de Guadalupe, Arizona

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