Descubrimientos arqueológicos en obras de Línea 12 del Metro en México

Los cráneos formaron parte de un un altar donde se ensartaban las cabezas de cautivos sacrificados en la zona de la estación del tren urbano de Ermita. Foto: DSA-INAH
Los cráneos formaron parte de un un altar donde se ensartaban las cabezas de cautivos sacrificados en la zona de la estación del tren urbano de Ermita. Foto: DSA-INAH
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(Ciudad de México) — La Ciudad de México es fuente frecuente e inagotable de impresionantes descubrimientos arqueológicos. El subsuelo de una de las metrópolis más pobladas del mundo es un ámbito poblado de vestigios del pasado mexicano, cuyos descubrimientos continúan armando, pieza por pieza, un rompecabezas de historia, cultura y religión antiguas.

Desde el inicio de la construcción del tren urbano en el corazón del Distrito Federal, en 1967, una gran cantidad de hallazgos arqueológicos han enriquecido el conocimiento del pasado de la gran Ciudad de México.


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El Sistema de Transporte Colectivo, Metro, fue inaugurado el 4 de septiembre de 1969. Desde entonces, la red del Metro se ha extendido prácticamente por toda la ciudad.

Al finalizar el 2013, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó el descubrimiento de cuatro cráneos durante las obras de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México.

El reporte fue hecho por María de Jesús Sánchez Vázquez y Georgina Tenango Salgado, arqueólogas de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del (INAH). Los cuatro cráneos son parte de los descubrimientos hechos durante la obras de extensión del Metro que comprendieron un periodo desde octubre de 2008 a agosto de 2012, y a través de un tramo de 24.5 kilómetros (unas 15 millas) de la Línea 12 de transporte subterráneo.

Según el comunicado del INAH, los cráneos pertenecieron a dos hombres, una mujer y a un perro, que formaron parte de un “tzompantli” -un altar donde se ensartaban a la vista pública las cabezas de cautivos sacrificados- en la zona de transbordo de la estación del tren urbano de Ermita, que datan del periodo Posclásico Tardío (1350-1521 d.C.)

Las arqueólogas añadieron que los cráneos presentan una perforación a la altura de la sien, una indicación de que pudieron haber sido atravesados con una vara para colocarlos en el tzompantli.

Respecto al cráneo del cánido, la arqueóloga Sánchez señala que su es posible que presencia en el altar donde se encontró se deba a que los perros estaban relacionados con los ritos funerarios, y que esta es la primera vez que se tienen referencias del cráneo de uno de estos animales en un tzompantli.

En general, las obras de extensión de la Línea 12 del Metro sacaron a la luz evidencias de casas habitación, tlecuiles (hornos hechos de adobe), pisos, canales de piedra y lajas, esculturas, abundante material cerámico y lítico, y un centenar de entierros, en su mayoría de niños pequeños.

© 2013 – 2023, Eduardo Barraza. All rights reserved.

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