El cambio político en México: tres décadas de transformación y el futuro con una probable presidenta en 2024

Una multitud efusiva aclama al candidato del Partido de la Revolución Democrática, Andrés Manuel López Obrador, el 31 de julio de 2006 en el Zócalo de la Ciudad de México. Se congregaron para mostrarle su apoyo tras los resultados de la elección presidencial del 2 de julio de 2006, en la que fue declarado perdedor frente al candidato del Partido de Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón Hinojosa, quien gobernó a México de 2006 a 2012. Este suceso histórico forma parte de la transformación política de México que comenzó en 1994. Foto: Guillermo González Montenegro | Barriozona Magazine
Una multitud efusiva aclama al candidato del Partido de la Revolución Democrática, Andrés Manuel López Obrador, el 31 de julio de 2006 en el Zócalo de la Ciudad de México. Se congregaron para mostrarle su apoyo tras los resultados de la elección presidencial del 2 de julio de 2006, en la que fue declarado perdedor frente al candidato del Partido de Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón Hinojosa, quien gobernó a México de 2006 a 2012. Este suceso histórico forma parte de la transformación política de México que comenzó en 1994. Foto: Guillermo González Montenegro | Barriozona Magazine

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(México) — En el escenario político de México en 2023, existe una posibilidad muy real de que el país presencie la histórica elección de su primera presidenta. Si esto llegara a suceder, marcaría el inicio de una nueva etapa en la transformación política de México, la cual, si reflexionamos, ha estado en desarrollo desde 1994.

Para algunos jóvenes mexicanos interesados en los acontecimientos de su país, la idea de tener una presidenta podría no parecer algo sorprendente. Sin embargo, al observar la historia y remontarnos a principios de la década de 1990, podemos rastrear el camino que ha llevado a la nación hasta el punto en el que se encuentra en 2023.

Si retrocedemos en el tiempo, llegamos a un momento crucial en la historia política de México en 1994. En ese año, el carismático candidato presidencial de 44 años, Luis Donaldo Colosio, fue trágicamente asesinado después de un mitin de campaña en la ciudad de Tijuana, Baja California.

Ese año, pocos tenían duda de que Luis Donaldo Colosio, como candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se convertiría en el próximo presidente de México. Hasta entonces, el partido oficial había mantenido un dominio absoluto sobre la política mexicana durante siete décadas. Sin embargo, su sorpresiva muerte truncó de manera abrupta las expectativas de que él sería el próximo presidente.

México vivió un breve período de caos, pero el PRI procedió a reemplazar rápidamente a Colosio con Ernesto Zedillo Ponce, quien asumió la presidencia en diciembre de 1994. No obstante, mientras el PRI se aferraba al poder, las repercusiones de este magnicidio político eran innegables. La transformación política de México se había puesto en marcha de manera inesperada.

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México se vio sacudido por otro magnicidio dos años después, en 1996, cuando el presidente del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, fue asesinado a tiros en la Ciudad de México. Este segundo asesinato de alto perfil en un período tan corto tuvo consecuencias inmediatas y duraderas en la política mexicana y en el partido oficial.

Otro impulsor del cambio llegó con la Reforma Política de 1996, promovida por el presidente Zedillo. Esta reforma electoral tenía como objetivo principal mejorar la transparencia y fomentar la participación ciudadana en el proceso electoral, al mismo tiempo que garantizaba la imparcialidad en la organización y supervisión de las elecciones.

El giro más sorprendente en la transformación política de México tuvo lugar en el año 2000, cuando, después de 71 años de dominio del PRI, el llamado “dinosaurio político” perdió las elecciones presidenciales frente al Partido Acción Nacional (PAN). El candidato del PAN, Vicente Fox Quesada, desafió las convenciones y despertó la esperanza de cambio entre los mexicanos.

Esta elección marcó la primera vez en tres cuartos de siglo en la que un partido distinto al PRI asumió la presidencia. Vicente Fox ocupó el cargo de presidente de México desde el 1 de diciembre de 2000 hasta el 30 de noviembre de 2006.

Aunque no todos consideran que la presidencia de Fox fue un fracaso debido a mejoras en áreas como la democracia, la libertad de prensa y los derechos humanos, la percepción general de que su mandato resultó en un fracaso se debe a las expectativas elevadas y los desafíos que su gobierno enfrentó. Estos desafíos, que incluyeron problemas económicos, estancamiento político, cuestiones de seguridad, promesas incumplidas, falta de reformas institucionales y comunicación ineficaz, contribuyeron a empañar la imagen de lo que se había llamado “el gobierno del cambio”.

En 2006, otro candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, asumió la presidencia luego de un polémico proceso electoral que terminó en el máximo tribunal electoral de México debido a acusaciones de fraude electoral por parte de Andrés Manuel López Obrador, el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Calderón ocupó el cargo del 1 de diciembre de 2006 al 30 de noviembre de 2012.

Electores mexicanos esperan su turno para votar frente a Palacio Nacional mostrando sus credenciales de elector el 2 de julio de 2006, un día que quedaría marcado en la historia como las elecciones presidenciales más reñidas de México. Felipe Calderón, postulado por el Partido Acción Nacional, fue proclamado ganador por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con una escasa diferencia del 0.56 por ciento sobre su oponente, Andrés Manuel López Obrador, de la Coalición Por el Bien de Todos. Este hito electoral representó un momento crucial en la transformación de la política mexicana. Foto: Guillermo González Montenegro | Barriozona Magazine
Electores mexicanos esperan su turno para votar frente a Palacio Nacional mostrando sus credenciales de elector el 2 de julio de 2006, un día que quedaría marcado en la historia como el de las elecciones presidenciales más reñidas de México. Felipe Calderón, postulado por el Partido Acción Nacional, fue proclamado ganador por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con una escasa diferencia del 0.56 por ciento sobre su oponente, Andrés Manuel López Obrador, de la Coalición Por el Bien de Todos. Este hito electoral representó un momento crucial en la transformación de la política mexicana. Foto: Guillermo González Montenegro | Barriozona Magazine

López Obrador llegó al extremo de autoproclamarse como el “presidente legítimo” de México, al “prestar juramento” frente a cientos de seguidores en el Zócalo de la Ciudad de México. Además, instó a sus seguidores a llevar a cabo protestas masivas y un plantón que, al bloquear algunas de las principales vialidades del centro de la ciudad, provocó la paralización de la economía local.

Después de doce años de gobierno del Partido Acción Nacional (PAN), el PRI regresó al poder en 2012 cuando su candidato, Enrique Peña Nieto, logró la victoria y derrotó nuevamente a López Obrador. Peña Nieto ocupó la presidencia desde el 1 de diciembre de 2012 hasta el 30 de noviembre de 2018. Durante su mandato, la transformación política de México pareció detenerse, ya que el antiguo partido retomó el poder. El “dinosaurio” demostró que aún no estaba extinto.

Con el PRI de nuevo en la presidencia, México experimentó un sentimiento complejo y variado caracterizado por una mezcla de cautela y escepticismo, dando lugar a opiniones diversas y variadas entre la población.

El siguiente giro significativo ocurrió en 2018, cuando el político de izquierda Andrés Manuel López Obrador fue elegido presidente después de dos intentos previos. Su victoria representó otro paso en los profundos cambios políticos que se estaban produciendo en la vida nacional. Aunque López Obrador anunció que su administración sería una “Cuarta Transformación” en la historia política del país, es importante señalar que la transformación de la política mexicana había comenzado 24 años antes, en 1994.

La probabilidad de elegir a una mujer a la presidencia continuaría la transformación de la política de México 

En 2023, mientras López Obrador se prepara para finalizar su mandato en el otoño de 2024, en México se vislumbran importantes cambios en el panorama político. Existe una expectativa sin precedentes de que la transformación política de México conduzca a la elección de su primera presidenta entre dos aspirantes al Poder Ejecutivo: Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez.

Sheinbaum trabajó cinco años como alcaldesa de la Ciudad de México antes de renunciar para competir en las primarias del partido gobernante. En medio de la controversia y acusaciones de fraude, fue declarada ganadora de las encuestas, convirtiéndose en candidata de la coalición Juntos Hacemos Historia, que incluye el Movimiento de Regeneración Nacional —el partido oficial—, el Partido de los Trabajadores, y el Partido Verde Ecologista de México.

En el lado de la oposición, el Frente Amplio por México, conformado por el PRI, PAN y PRD, eligió a Xóchitl Gálvez como su candidata. Esta decisión resalta de manera evidente que México está listo para elegir a su primera presidenta en la historia.

Si Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez llegaran a asumir la presidencia de México, su elección marcaría un hito histórico y una transformación innovadora en el panorama político del país. Sería un evento sin precedentes en la política mexicana que simbolizaría un cambio profundo y significativo en la dirección y el liderazgo de la nación.

Durante nuestro recorrido desde el asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994 hasta el período previo a las elecciones de 2024, hemos sido testigos de tres décadas de cambios políticos sorprendentes y dramáticos en México: el asesinato de dos figuras políticas prominentes, una reforma electoral, la inaudita derrota del PRI, dos presidencias del PAN, el retorno del PRI al Poder Ejecutivo y, finalmente, el surgimiento de un gobierno de izquierda.

Si en junio de 2024 México elige a una mujer para liderar la nación, se consolidará de manera contundente la transformación política del país, marcando un hito que allanará el camino hacia un panorama político notablemente más inclusivo y diversificado.

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