Porfirio Díaz: sus declaraciones más controvertidas en la entrevista Creelman

El dictador, el periodista y una reveladora y sorprendente entrevista en una revista alborotaron los ánimos de la sociedad mexicana, que percibió en las declaraciones de su presidente la oportunidad de elecciones democráticas que dieran fin al Porfiriato. Ilustración: Barriozona Magazine © 2016
El dictador, el periodista y una reveladora y sorprendente entrevista en una revista alborotaron los ánimos de la sociedad mexicana, que percibió en las declaraciones de su presidente la oportunidad de elecciones democráticas que dieran fin al Porfiriato. Ilustración: Barriozona Magazine © 2016

En su libro sobre la Revolución mexicana, Jorge Vera Estañol sintetiza las declaraciones del presidente de México Porfirio Díaz durante su entrevista con el periodista James Creelman como el “origen psicológico de la revolución”, debido al efecto de las mismas sobre las clases intelectuales del país.

Vera Estañol, quien fuera el último secretario de Instrucción Pública del gobierno de Díaz y quien desempeñara el mismo cargo en la presidencia de Victoriano Huerta, describió asimismo el resultado de lo dicho por el dictador en esa entrevista publicada en marzo de 1908 en la publicación Pearson’s Magazine como “una transformación fundamental en la conciencia pública”.

En efecto, las declaraciones de Díaz en esa sorprendente entrevista excitaron los ánimos de facciones políticas tanto porfiristas como opositoras. Quienes aspiraban con suceder al dictador asumieron erróneamente que las palabras de Díaz eran confiables.

Al final, dicha entrevista —la cual fue ampliamente difundida en inglés y español— contribuyó de manera eventual a que la sucesión presidencial en 1910 se convirtiera en el polvorín que causó el estallido social y subsecuentemente la revolución.

Las 10 declaraciones de Porfirio Díaz que causaron mayor controversia

1. “Es un error suponer que el futuro de la democracia en México ha sido puesto en peligro por la prolongada permanencia en el poder de un solo presidente”.

Con esta declaración, Díaz primeramente admite su larga continuidad como presidente de México. Lo más sorprendente, quizá, es que no considera dicha permanencia como una amenaza “al futuro de la democracia”. Mientras Díaz permanece en el poder, en México no hay democracia.

2. “Puedo con toda sinceridad decir que el servicio no ha corrompido mis ideales políticos y que creo que la democracia es el único justo principio del gobierno, aun cuando llevarla al terreno de la práctica sea posible sólo en pueblos altamente desarrollados”.

De entrada, Díaz se justifica a sí mismo en cuanto a sus aspiraciones políticas. En teoría, cree en la democracia como un ideal, pero niega la existencia de la misma en “la práctica”. Además, da a entender que en México la democracia no es viable por el subdesarrollo del país.

3. “Puedo dejar la presidencia de México sin ningún remordimiento, pero lo que no puedo hacer, es dejar de servir a este país mientras viva”.

¿Trata Díaz en verdad de dejar la presidencia? Él declara su apoyo a José Yves Limantour, su Secretario de Hacienda, para sucederlo como presidente al inicio de su sexto período de gobierno (1900-04). Sin embargo, también apoya a Bernardo Reyes, su Secretario de Guerra. Al final Díaz se reelige para el sexenio 1904-1910. Es muy evidente la actitud autocrática del presidente Díaz. Su idea de servicio a México radica en su permanencia en el poder, por lo tanto considera que continuar reeligiéndose es lo mejor para el país.

4. “No veo realmente una buena razón por la cual el presidente [de EE.UU. Theodore] Roosevelt no deba ser reelegido si la mayoría del pueblo americano quiere que continúe en la presidencia”.

Esta declaración de Porfirio Díaz es verdaderamente sorprendente al llegar incluso a sugerir que si un pueblo como el de Estados Unidos está satisfecho con su mandatario, debe seguir reeligiéndolo. Roosevelt busca su segunda reelección. Así, Díaz se revela como un verdadero partidario de la reelección. Esto delata aún más la actitud autocrática de Díaz. El pueblo mexicano no está satisfecho con la permanencia de Díaz en la presidencia, más bien él se aferra al poder mediante la opresión y el fraude electoral.

5. “He tratado de dejar la presidencia en muchas y muy diversas ocasiones, pero pesa demasiado y he tenido que permanecer en ella por la propia salud del pueblo que ha confiado en mí”.

Díaz vuelve a afirmar ambivalentemente su deseo de ceder el poder. Esta declaración es una simple excusa. Díaz se ve a sí mismo como un rey benefactor y al pueblo mexicano como su súbdito. Cree que sin su permanencia en el poder, el pueblo enfermará. Es incapaz de reconocer que esa opinión proviene de él mismo, y que con esto niega el proceso democrático en México y el derecho de la ciudadanía de elegir a sus gobernantes.

6. “Sin embargo, hemos también adoptado una política patriarcal en la actual administración de los asuntos de la nación, guiando y restringiendo las tendencias populares, con fe ciega en la idea de que una paz forzosa permitiría la educación, que la industria y el comercio se desarrollarían…”

En este punto de la entrevista con Creelman, Díaz no deja ningún lugar a la duda sobre su “política patriarcal”, y admite asimismo que su gobierno restringe —más bien reprime— las tendencias populares. De la misma forma, admite que una “paz forzada” era el camino para el avance de México.

En este grabado del muralista mexicano Alfredo Zalce, la insurgencia popular en contra del gobierno de Porfirio Díaz se alza sobre la estrategia de la dictadura para reprimir las sublevaciones en su contra.
En este grabado del muralista mexicano Alfredo Zalce, la insurgencia popular en contra del gobierno de Porfirio Díaz se alza sobre la estrategia de la dictadura para reprimir las sublevaciones.

7. “He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y sin interferir con el progreso del país. Creo que, finalmente, ese día ha llegado”.

Por un lado, con esta declaración ambivalente Díaz de nuevo admite que su permanencia al frente de la presidencia de México es voluntad propia, no la del pueblo mexicano, muestra clara de autocracia. Para él, México es un pueblo sin preparación para elegir a sus gobernantes, por lo tanto él elige por el pueblo reeligiéndose a sí mismo. Además, el viejo dictador confiesa a Creelman que dicha “espera” ha llegado a su fin, que el día en que México podía tener la capacidad de elegir había llegado. Esto causa un estado de ánimo social de gran excitación e intensidad en la colectividad mexicana con miras a la sucesión presidencial.

8. “Los indios, que son más de la mitad de nuestra población, se ocupan poco de la política. Están acostumbrados a guiarse por aquellos que poseen autoridad, en vez de pensar por sí mismos. Es esta una tendencia que heredaron de los españoles…”

Aquí Díaz crea un fundamento y justificación de su paternalismo y tutelaje a partir de su opinión sobre la población indígena de México. Los indios, según él, necesitan de un guía porque la conquista y la colonia los condicionaron a dejar que otros piensen por ellos en asuntos de política. Con este enunciado Díaz esgrime una defensa para su larga permanencia en el poder: él es el tutor de la población indígena, él sabe lo que es mejor para esta, y por eso se aferra al poder.

9. “Es verdad que no hay partido oposicionista… Me retiraré cuando termine el presente periodo y no volveré a gobernar otra vez. Para entonces tendré ya ochenta años… Doy la bienvenida a cualquier partido oposicionista en la República Mexicana. Si aparece, lo consideraré como una bendición, no como un mal”.

Tras su publicación en español en el diario El Imparcial, estas declaraciones de Díaz tienen un efecto detonador en la sociedad mexicana y causan una agitación en la arena política. El dictador está ni más ni menos que anunciando que no buscará su reelección en 1910. En la práctica, Díaz no tiene intención de retirarse, y vuelve a lanzar su candidatura para las elecciones de 1910. En cuanto a la oposición de un partido, desde 1906 existía el Partido Liberal Mexicano, el cual llevó a cabo varias sublevaciones contra el régimen de Porfirio Díaz, las cuales fueron reprimidas violentamente por el ejército.

10. “No tengo deseos de continuar en la presidencia, si ya esta nación está lista para una vida de libertad definitiva”.

De alguna manera, estas palabras al periodista Creelman incitan como ninguna otra el fuego de la sucesión presidencial y posteriormente la Revolución mexicana. Tras la publicación de la entrevista aparece en la escena política Francisco I. Madero, quien publica su libro La sucesión presidencial de 1910, y surge el Partido Nacional Antirreeleccionista (1909), de donde eventualmente se desprende el lema “Sufragio efectivo. No reelección”. México no vuelve a ser el mismo desde la entrevista Díaz-Creelman.

Después de tres décadas en el poder, el 25 de mayo de 1911 Porfirio Díaz presentaría su renuncia como presidente de México.

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