López Obrador, populismo chocaría con bloque político, burocrático y económico

Andrés Manuel López Obrador buscará la presidencia de México por tercera ocasión durante las elecciones de 2018. Foto: Eneas via VisualHunt / CC BY
Andrés Manuel López Obrador buscará la presidencia de México por tercera ocasión durante las elecciones de 2018. Foto: Eneas via VisualHunt / CC BY

(México) — México celebrará elecciones presidenciales en julio de 2018, y a un año de los comicios federales se desconoce la identidad de quienes se postularán para ocupar el poder ejecutivo de la nación, excepto la del candidato de un partido. Andrés Manuel López Obrador, del recién formado partido político Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), ha hecho claras sus intenciones como aspirante a la presidencia de la república. Esto es, por tercera ocasión consecutiva.

El político de 63 años buscó la silla presidencial en las contiendas electorales de 2006 y 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Para la jornada del 1 de julio de 2018, López Obrador se perfila a ser el candidato a derrotar, según recientes encuestas que lo colocan al frente de la carrera presidencial.

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En una de estas encuestas realizada el 6 de mayo por BGC Associates y el diario mexicano Excélsior, López Obrador lidera con un 26 por ciento de electores que afirman votarían por él, seguido por la candidata de centro derecha Margarita Zavala con un 21 por ciento, y el aspirante del partido gobernante Miguel Ángel Osorio Chong, con un 19 por ciento.

El ex jefe de gobierno de la Ciudad de México (llamada antes Distrito Federal) se postulará ahora bajo el estandarte de un nuevo partido político mexicano de izquierda que obtuvo su registro hace sólo tres años.

Fue el mismo López Obrador quien fundó Morena en 2011 como una asociación civil, la cual obtuvo su registro como partido político en 2014. Sondeos indican que esta nueva fuerza partidista está al nivel competitivo de viejos partidos como el Revolucionario Institucional (PRI) y el de Acción Nacional (PAN).

Analistas políticos concuerdan en que las aspiraciones presidenciales de López Obrador inquietan a funcionarios de los sectores público y privado en Estados Unidos, debido a la posibilidad de que México dé un giro brusco hacia la izquierda en sus políticas de seguridad y económicas, si el candidato de Regeneración Nacional ganara la elección.

Recientemente, líderes bancarios e inversionistas presionaron a López Obrador para que definiera públicamente sus políticas económicas, a fin de asegurar que su presidencia no refleje la del ex mandatario venezolano Hugo Chávez.

Estados Unidos busca asegurar que el próximo gobierno mexicano mantenga el curso de relación bilateral actual, ya que durante décadas México ha sido un socio comercial clave.

En este sentido, las principales preocupaciones se basan en la posibilidad de que López Obrador fuera adverso para el ambiente empresarial, agudizara las finanzas públicas aumentando los gastos y perjudicara gravemente la cooperación en materia de seguridad con el gobierno de Washington.

No obstante, algunos de los mismos analistas coinciden en apuntar que el impacto potencial de una presidencia de López Obrador sobre los intereses económicos y de seguridad de EE.UU. en México se ha exagerado.

¿Presidente de Izquierda en México?

Lo cierto es que de resultar electo, el líder de Morena se convertiría en el presidente más izquierdista de México en décadas. De ocupar el cargo, se espera que implemente al menos de forma parcial su agenda populista para instituir su base política de apoyo.

Un factor que no deja lugar a dudas es que de llegar a tomar las riendas del poder ejecutivo, López Obrador pasaría automáticamente a ser parte de la estructura burocrática de México, en donde un número de corrientes políticas disputan entre sí, lo cual históricamente ha frenado ambiciones presidenciales proyectadas al principio de cada sexenio.

Estas restricciones del sistema político de México tienden a mantener las cuestiones sociales y políticas en su situación existente, en particular en lo que se refiere al statu quo, y hacen que las facciones políticas que existen dentro de este sistema funcionen para moldear las políticas del presidente a fin de impulsar los intereses de los otros partidos. Si la agenda de un nuevo presidente entra en conflicto con el orden establecido, las fuerzas políticas y económicas intentarían bloquearlo.

Como presidente, el presidente de Morena tendría que someter al Congreso sus iniciativas para obtener los fondos necesarios para implementar incluso una agenda populista nominal.

Hay que tener en cuenta que en las próximas elecciones no solamente se estará eligiendo a un nuevo presidente, sino también a 128 senadores (miembros de la cámara alta del Congreso), y a 500 diputados federales (miembros de la cámara baja del Congreso).

Populismo de López Obrador enfrentaría obstáculos

El éxito de la agenda de López Obrador dependería de la composición del próximo Congreso de la Unión, y debido a las marcadas divisiones en la política interna, será difícil para Morena o los miembros de su coalición obtener una mayoría en cualquiera de las dos cámaras. Es de esperarse que una presidencia potencial de López Obrador se enfrentará a una fuerte resistencia de los otros partidos políticos.

De ocupar la silla presidencial, el hombre de Macuspana, Tabasco, también tendría que contar con apoyo del sector privado de México, el cual tiene fuertes nexos con el sistema político estadounidense. Las fuerzas que dan forma al sector privado valoran la inversión extranjera directa como un elemento decisivo e indispensable para la prosperidad económica de México. Los intereses de estas élites de poder económico dependen en gran grado de los vínculos económicos con Estados Unidos.

Las restricciones a las que se enfrentaría un gobierno de López Obrador del 1 de diciembre de 2018 hasta el 30 de septiembre de 2024, no implican que su presidencia mantendrá íntegro el statu quo. De hecho, las facultades del titular del poder ejecutivo lo habilitan a emitir decretos presidenciales para modificar la forma en que operan algunas de las secretarías de gobierno y agencias federales, en el caso de que el Congreso bloqueara sus iniciativas.

Es cierto que López Obrador pudiera hacer cambios importantes que den un giro radical a la vida del país sin la aprobación del Congreso. No obstante, cambios radicales requerirían la aprobación de ambas cámaras.

De entrar al panorama nacional de México, la agenda populista de López Obrador se enfrentaría al fuerte bloque que representa el sistema político dividido, las trabas burocráticas y a la poderosa élite empresarial.

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