Pascual Orozco, caudillo rebelde de la Revolución mexicana

Pascual Orozco fue un caudillo clave de la historia de la Revolución mexicana. Ilustración: Barriozona Magazine | © 2019
Pascual Orozco fue un caudillo clave de la historia de la Revolución mexicana. Ilustración: Barriozona Magazine | © 2019

Pascual Orozco fue un hombre clave y líder destacado en la primera etapa de la Revolución mexicana, a pesar de no haber alcanzado la estatura revolucionaria y el aura legendaria de Pancho Villa y Emiliano Zapata.

Su participación en el conflicto armado que cambió el rumbo de México en las primeras décadas del siglo XX fue menos duradera que la de otros caudillos de la Revolución, pero es fundamental para entender la historia de esta sangrienta lucha.

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No obstante la contribución inicial de Orozco a favor de la causa de Francisco I. Madero, su postura subversiva posterior y su alianza con personajes ligados al Porfiriato lo marcaron como un personaje ambiguo en el contexto general de la Revolución, en el que su ambición personal y su cambio de bando empañan de algún modo su legado histórico.

De comerciante a revolucionario

Pascual Orozco nació el 18 de enero de 1882 en la Hacienda de Santa Inés, en Guerrero, Chihuahua. Asistió a la escuela en San Isidro y trabajó con su padre en los campos y transportando minerales.

Su negocio de transporte prosperó, y en 1910 ya era dueño de varias mulas y de una tienda. Llegó a ser conocido como un exitoso comerciante y logró tener una buena reputación por su honestidad en los negocios.

La inquietud política de Orozco despertó con la oposición de su padre al régimen de Porfirio Díaz. Pascual Orozco padre apoyó las actividades del Partido Revolucionario Mexicano, uno de los primeros grupos en oponerse a Díaz.

Abraham González, un líder de la rebelión contra Díaz convocada por Madero, nominó al suegro de Orozco, Albino Frías, como jefe militar de la rebelión. Orozco se unió a los maderistas con varios hombres de San Isidro.

La reputación de Orozco como hombre de negocios honesto y eficiente facilitó el reclutamiento para la causa revolucionaria.

Los anarquistas pelean por su propia causa

En otra región, los anarquistas del noreste de Chihuahua, que estaban en contacto con los anarquistas en las minas de Nuevo México y Arizona, aprovecharon el llamado revolucionario de Madero para tomar las armas, ante la incapacidad militar de sus líderes —los hermanos Flores Magón, que habían huido a Estados Unidos.

La revolución en Chihuahua había comenzado bajo una aparente unidad, pero en realidad había diferencias. Por un lado, Madero actuaba bajo ideales de democracia y reconocía la bandera mexicana. Por el otro, los anarquistas luchaban por los ideales más radicales pregonados por los hermanos Flores Magón, tenían su distintiva bandera rojinegra, y eran conocidos como Los Colorados.

Respondiendo al llamado de Madero, los rebeldes de San Isidro atacaron y tomaron el poblado de Miñaca y la Hacienda de Dolores, donde Pascual Orozco se convirtió en jefe del movimiento maderista local.

Pascual Orozco al ataque

El 21 de noviembre, el grupo de seguidores de Orozco, compuesto por diferentes grupos de maderistas y anarquistas que tomaron las armas de varios lugares en el este de Chihuahua, atacó Ciudad Guerrero; no pudiendo tomarla de inmediato, se retiraron y tomaron Pedernales. Orozco, al frente ya de unos 400 hombres, regresó y volvió a atacar Ciudad Guerrero, tomándola el 4 de diciembre. Orozco también luchó contra el ejército federal en Cerro Prieto, Malpaso y La Mojina.

En Cerro Prieto las fuerzas de Orozco fueron derrotadas, y el general federal Juan F. Navarro ordenó la ejecución de 16 prisioneros de los hombres de Orozco. Estos fueron los primeros prisioneros revolucionarios en ser fusilados en la guerra, una acción que trajo muchas repercusiones negativas, ya que cuando Orozco regresó a Ciudad Guerrero, después de su derrota en Cerro Prieto, ordenó la ejecución de varios presos políticos, entre ellos Urbano Zea, el exjefe político de Guerrero. A la larga, la antigua costumbre de ejecutar prisioneros practicada en la era colonial y las guerras apaches se volvió a establecer tanto en el ejército federal como en las facciones revolucionarias.

En febrero de 1911, cuando Madero llegó a Chihuahua desde EE.UU., sin contar con el apoyo de las fuerzas rebeldes disponibles en Chihuahua, atacó a Casas Grandes y fue derrotado y herido en una mano. Madero volvió a intentarlo y ordenó a todas las tropas rebeldes que concentraran sus esfuerzos en la Hacienda de Bustillos.

Orozco se unió a él con 300 hombres y fue nombrado general por Madero, el primero en la Revolución. Después de volver a desplegarse y organizar las fuerzas revolucionarias, Madero dio la orden de regresar por ferrocarril al norte del estado y volver a atacar Casas Grandes.

Camino a ese poblado, surgió un grave desacuerdo entre Madero y seis jefes con vínculos anarquistas: José Inés Salazar, Luis A. García, José C. Parra, Leónides Zapata, Tomás Loza y Lázaro Alanís. Estos le escribieron una nota diciendo que no lo reconocían como su presidente provisional en vista del hecho de que eran miembros del Partido Liberal Mexicano (PLM), y le solicitaron que renunciara al ejército revolucionario, porque lo consideraban más tiránico que el propio Porfirio Díaz

El jefe de la Revolución y presidente provisional de la nación consideró esta acción como insubordinación intolerable, y ordenó que los seis seguidores rebeldes de los hermanos Flores Magón fueran desarmados y encarcelados.

Poco después, y en contra de los deseos de Madero, que temía complicaciones con las autoridades estadounidenses en El Paso, Texas, las fuerzas de Orozco y Francisco “Pancho” Villa, los más agresivos, se unieron para atacar Ciudad Juárez, obligando al general Juan F. Navarro a rendirse después de una feroz batalla.

Poco después, Orozco y Villa, que querían que se ejecutara a Navarro por las ejecuciones en Cerro Prieto, planearon una revuelta porque Madero le perdonó la vida al general y lo ayudó a huir a El Paso.

Una hoja volante publicada en junio de 1911 muestra a Pascual Orozco sosteniendo un rifle a su lado. El texto, escrito en verso, se refiere a Orozco como un verdadero patriota. Orozco fue un elemento central en la revolución de Francisco I. Madero en los estados del norte de México después del anuncio de su Plan de San Luis Potosí durante la Revolución mexicana. El verso tiene una canción titulada "Recordando al general Pascual Orozco, canción popular", escrita por Juan Flores del Campo.
Una hoja volante publicada en junio de 1911 muestra a Pascual Orozco sosteniendo un rifle a su lado. El texto, escrito en verso, se refiere a Orozco como un verdadero patriota. Orozco fue un elemento central en la revolución de Francisco I. Madero en los estados del norte de México después del anuncio de su Plan de San Luis Potosí durante la Revolución mexicana. El verso tiene una canción titulada “Recordando al general Pascual Orozco, canción popular”, escrita por Juan Flores del Campo.

Pascual Orozco se rebela

Después del éxito de la Revolución en Chihuahua, cuyo líder militar indiscutible fue Orozco, Madero le dio 50,000 pesos y lo nombró jefe de la policía rural en el estado. Sin embargo, Orozco aspiraba a ser gobernador de Chihuahua y manifestó su enojo por tener que renunciar a su candidatura porque no cumplía con la edad legal para este puesto.

Sus relaciones con Abraham González, el gobernador de Chihuahua, fueron frías pero cordiales; González fue elegido por una abrumadora mayoría del pueblo de Chihuahua, y Orozco dependía de él para sus fuerzas rurales.

En enero de 1912, solo tres meses después de que Madero asumiera el cargo de presidente de la República, Orozco renunció a sus funciones como jefe de los rurales. El presidente, aún confiando en él por completo, le pidió que continuara en su puesto hasta marzo.

Pascual Orozco hizo un cuidadoso balance de sus fuerzas. Por un lado, tenía el apoyo económico y moral de la oligarquía de Chihuahua, que temía que González planeara aumentar los impuestos sobre sus propiedades y sus empresas industriales y comerciales. Por otro lado, recibió el apoyo de los hermanos Flores Magón y los anarquistas de Chihuahua, que no querían seguir a Madero, a quien consideraban un enemigo de su clase.

Apenas tres días después de la declaración de paz en Ciudad Juárez, los hermanos Flores Magón hicieron público un manifiesto pidiéndoles a sus partidarios que no dejaran las armas hasta que se concedieran las demandas radicales de su partido.

No fue una sorpresa que pronto se manifestó un grave desorden en Chihuahua: el levantamiento en los cuarteles de Ciudad Juárez y el saqueo de la ciudad; el ataque a la prisión en Chihuahua por un grupo de soldados rurales que exigieron la libertad de los socialistas Antonio Rojas y Blas Orpinel, llevados allí por varias razones; y la insurrección en Casas Grandes de los líderes anarquistas José Inés Salazar y Emilio Campa.

Orozco encabeza la contrarrevolución

Con las líneas de ferrocarril bajo su poder en el noreste del estado, Orozco abandonó todos sus deberes oficiales el 1 de marzo y emitió un manifiesto en el que anunció su retiro a la vida privada. El 2 de marzo hubo una manifestación en la ciudad de Chihuahua, organizada por un miembro de la oligarquía, exigiendo la renuncia de González.

Cuando González se negó a renunciar, el 3 de marzo Orozco finalmente le dio la espalda a Madero y se puso a la cabeza de la contrarrevolución. Irónicamente, este líder revolucionario popular se había vinculado con la oligarquía estatal, que lo apoyaba y financiaba. Usó el Plan de Santa Rosa o de la Empacadora, que contenía varias hipótesis sociales radicales del PLM, como su estandarte ideológico.

Orozco afirmó falsamente que Pancho Villa iba en camino para saquear la ciudad para darle impulso a su movimiento. Después de algunos éxitos iniciales que le dieron el control de la mayor parte del estado y de perseguir a los maderistas, se enfrentó con el ejército federal y las guerrillas de Pancho Villa, ahora su enemigo, siendo derrotado en Rellano, Conejos y La Cruz.

El abrazo entre Victoriano Huerta y Pascual Orozco en 1913 simbolizó la alianza entre ambos. Esta alianza los seguiría hasta su muerte. Los dos murieron en Texas mientras buscaban volver a México para retomar el poder. Foto de Manuel Ramos | INAH
El abrazo entre Victoriano Huerta y Pascual Orozco en 1913 simbolizó la alianza entre ambos. Esta alianza los seguiría hasta su muerte. Los dos murieron en Texas mientras buscaban volver a México para retomar el poder. Foto de Manuel Ramos | INAH

Pascual Orozco se alía a Victoriano Huerta

Aunque perdió el liderazgo de su facción, luchó hasta febrero de 1913, cuando el gobierno de Madero fue derrocado en un golpe de estado militar. Cuando el presidente Madero y el Vicepresidente José María Pino Suárez fueron asesinados a traición, Orozco proclamó su lealtad, con un abrazo, al general responsable del golpe, Victoriano Huerta, quien lo recompensó con el estatus de general de brigada. Huerta usurparía el poder Ejecutivo.

En muchos sentidos, esta alianza fue aún más irónica que la anterior de Orozco. La contrarrevolución, iniciada por Orozco en Chihuahua 11 meses antes, finalmente tuvo éxito al matar a Madero y derrocar el incipiente estado democrático de México.

El nuevo régimen militar de Huerta no trajo paz ni armonía ni cambios sociales al país, sino una nueva guerra, más brutal, más devastadora y larga que la de Madero.

En 1914, debido a los grandes triunfos militares de la División del Norte bajo las órdenes de Villa, que además de devastar al ejército federal persiguió implacablemente a las tropas de Orozco, a los anarquistas y a los magonistas, Orozco dejó Chihuahua y se escondió en Veracruz, donde se unió a la lucha junto al decadente ejército de Huerta.

Poco después de la caída de Huerta y su exilio, Orozco se negó a reconocer a Francisco S. Carvajal, presidente interino de la nación, y proclamó su Plan de Reconstrucción Nacional, que no despertó ningún interés.

Después de capturar la ciudad de León y permitir que sus tropas la saquearan, sus fuerzas fueron derrotadas en Gruñidora, Zacatecas.

Orozco logró llegar a EE.UU., donde finalmente se refugió en las montañas de Texas. Allí se escondió hasta 1915, cuando los servicios de inteligencia de EE.UU. y Gran Bretaña descubrieron que Alemania y Victoriano Huerta tramaban un complot para atacar a Estados Unidos y evitar su intervención en Europa provocando una guerra con México.

Huerta viajó para reunirse con su antiguo aliado. Orozco y Huerta se encontraron en Nuevo México y comenzaron a planear una nueva revuelta. Fueron capturados por las fuerzas estadounidenses y acusados ​​de conspiración. Orozco logró escapar.

Orozco encuentra la muerte en Texas

El fin de la vida de Pascual Orozco tuvo un sentido irónico, ya que la causa fue ajena a su participación en la Revolución mexicana.

Según la versión de Texas, él y sus hombres trataron de robar algunos caballos. Orozco fue encontrado por las autoridades estadounidenses en las montañas de Texas con sus cuatro compañeros.

Tras ser rastreados, el 30 de agosto de 1915 fueron rodeados y sorprendidos por un grupo de Rangers texanos en un pequeño sendero de una montaña cerca de El Paso, quienes mataron a tiros a Orozco y sus acompañantes.

En EE.UU. la muerte de Orozco fue reportada como la de un miembro de una banda de ladrones de caballos en Texas.

Inicialmente, Orozco fue sepultado en El Paso, pero en 1925 sus restos fueron llevados de regreso a la ciudad de Chihuahua y enterrados en el Panteón de Dolores.

El cadáver de Pascual Orozco después de ser asesinado en Texas. Foto: Walter H. Horne | Biblioteca DeGolyer, Universidad Metodista del Sur.
El cadáver de Pascual Orozco después de ser asesinado en Texas. Foto: Walter H. Horne | Biblioteca DeGolyer, Universidad Metodista del Sur.

Legado de Orozco

Pascual Orozco es considerado en la actualidad una figura menor en la Revolución mexicana. Nunca cumplió su sueño de ser gobernador, en cambio, fue catalogado como un traidor a la Revolución. La figura de Orozco se achica ante la sagacidad de Villa o el idealismo de Zapata.

Sin embargo, es imprescindible recordar que en el momento del regreso de Madero a México, Orozco comandaba el ejército más grande y poderoso de los ejércitos revolucionarios, y que ganó varias batallas clave en los primeros días de la Revolución.

Hay quien denuncia que Orozco fue un oportunista que se valió de la Revolución para buscar cumplir sus ambiciones políticas y personales. No obstante, el legado de Orozco reside en que gracias a su lucha revolucionaria a favor de Madero, la larga dictadura de Díaz logró ser derrocada en 1911.

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