(México) — El corazón de la Ciudad de México late no sólo con el ritmo de su vida urbana moderna sino también con los ecos de un pasado antiguo. Al caminar por sus bulliciosas calles, rodeados de la vibrante cultura que predomina hoy, bajo nuestros pies se encuentran los restos de una civilización que una vez prosperó en este mismo lugar. Esta yuxtaposición de lo antiguo y lo nuevo es lo que hace de la Ciudad de México una ciudad de constantes y sorprendentes descubrimientos arqueológicos —como el de una antigua ofrenda mexica hallada recientemente— que nos transportan a la época en que reinó Moctezuma Ilhuicamina.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dio a conocer un notable hallazgo arqueológico que ofrece una mirada más a la fascinante historia de la ciudad. En pleno centro histórico, dentro de la Zona Arqueológica del Templo Mayor, arqueólogos del Proyecto Templo Mayor (PTM) desenterraron una ofrenda sagrada que data de la época de Moctezuma Ilhuicamina, un poderoso tlatoani (gobernante) que reinó entre 1440 y 1469.
Moctezuma Ilhuicamina, al igual que otros gobernantes mexicas, creía en honrar a los dioses con ofrendas que mostraran la riqueza de las tierras bajo su dominio. Esta creencia se tradujo hoy en un descubrimiento sorprendente: una ofrenda de consagración encontrada en la plataforma de la fachada trasera del Huei Teocalli, la estructura monumental conocida como el Templo Mayor.
La ofrenda, designada como Ofrenda 186, fue minuciosamente excavada entre enero y julio de 2023 por el equipo liderado por el arqueólogo Leonardo López Luján.
Dentro del cofre de piedra había 14 esculturas masculinas de forma o apariencia humanas y una figura femenina en miniatura. Lo que hace aún más cautivadoras a estas esculturas es su estilo distintivo, caracterizado por la tradición artística Mezcala de la sierra norte de Guerrero. Estas admirables piezas, talladas en piedras metamórficas verdes, presentan una combinación única de arte e historia.
Curiosamente, estas figurillas de Mezcala son anteriores a la conquista de los mexicas de esta región. Cuando los mexicas conquistaron a los cohuixcas y chontales de Guerrero, estas figurillas ya eran reliquias antiguas, algunas de más de mil años. Se cree que estas figuras sirvieron como objetos de culto para sus creadores originales y luego fueron confiscadas como botín de guerra por los mexicas.
Los arqueólogos Alejandra Aguirre Molina y Antonio Marín Calvo, quienes trabajaron en la excavación, revelaron que estas figurillas sufrieron una transformación luego de llegar a Tenochtitlán. Prueba de ello son los restos de pintura facial, añadidos por los mexicas a una de las figurillas, en homenaje al dios de la lluvia, Tláloc.
Más allá de las esculturas, la Ofrenda 186 contenía dos aretes con forma de serpiente y 137 cuentas hechas de varias piedras metamórficas verdes, junto con conchas marinas, caracoles y corales. Estos elementos marinos provienen de la costa atlántica, conquistada por la Triple Alianza en la época del primer Moctezuma. Estas conchas y caracoles han sido cuidadosamente preservadas y serán identificadas con la ayuda de Belem Zúñiga Arellano, miembro del PTM.
Tenochtitlán floreció durante gobierno de Moctezuma Ilhuicamina
Moctezuma I o Moctezuma Ilhuicamina (alrededor de 1398-1469) surgió como la segunda luminaria entre los emperadores aztecas, dejando una marca indeleble como quinto tlatoani de Tenochtitlan. Dentro del entramado de su gobierno, el imperio mexica no sólo logró su consolidación sino que también se embarcó en un gran viaje de expansión.
Durante esta época, Tenochtitlan ascendió a su cenit, posicionándose como el socio primordial dentro de la Triple Alianza Azteca. Vale la pena distinguir a Moctezuma I de su sucesor más renombrado, Moctezuma II, ya que el primero jugó un papel fundamental en el fomento de la fundación del imperio mexica que perduró hasta el advenimiento de la expedición española. Su gobierno, que se extendió desde 1440 hasta 1453, se caracterizó por una era de tranquilidad sin precedentes.
Moctezuma Ilhuicamina llevó a cabo reformas multifacéticas en todos los estratos sociales, económicos y políticos, fortaleciendo así la esencia misma del dominio mexica. Su visión de estadista no sólo fue un testimonio de su sagacidad, sino que también dio frutos a medida que Tenochtitlan floreció a través de entrelazamientos sinérgicos con otros centros urbanos, cosechando beneficios mutuos.
Hallazgo de ofrenda mexica, típica de otras encontradas en las ruinas del Templo Mayor
El descubrimiento de la ofrenda sagrada en las ruinas del Templo Mayor no fue un golpe de suerte; surgió de la dedicación de los arqueólogos por comprender un patrón recurrente en hallazgos anteriores. A menudo se enterraban cofres hechos de piedra como ofrendas dedicatorias debajo de las monumentales cabezas de serpiente que adornaban la plataforma del Templo Mayor, correspondientes al mismo período.
Estas arcas de piedra, conocidas como “tepetlacalli” en náhuatl, recordaban a las casas mexicas donde se guardaban objetos preciados. Es fascinante imaginar estos cofres de piedra con símbolos del agua y la fertilidad: esculturas de deidades de la lluvia, cuentas de piedra verde, conchas marinas y caracoles.
Con cuatro ofrendas de consagración descubiertas hasta el momento, y el potencial de más, el PTM se dispone a solicitar autorización para retirar temporalmente una cabeza de serpiente ubicada en el lado norte del Templo Mayor. Este paso tiene como objetivo una mayor exploración debajo de su base, prometiendo revelar aún más secretos enterrados bajo las vibrantes calles de la actual Ciudad de México.
Mientras los arqueólogos mexicanos continúan desentrañando los misterios del pasado, cada descubrimiento agrega otra capa al rico patrimonio arqueológico de la Ciudad de México.
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