Este documento originalmente publicado en inglés acerca de las causas fundamentales y la política estadounidense para la migración centroamericana fue preparado por el Servicio de Investigación del Congreso de EE.UU. El CRS (por sus siglas en inglés) sirve como personal compartido no partidista para los comités del Congreso y los miembros del Congreso de EE.UU. Opera únicamente a instancias y bajo la dirección del Congreso.
Autor: Peter J. Meyer, Especialista en Asuntos Latinoamericanos y Canadienses
Tendencias recientes de la migración centroamericana
De acuerdo con un modelo desarrollado por académicos de la Universidad de Texas en Austin, se estima que 311,000 personas, en promedio, abandonaron la región del Triángulo Norte de América Central anualmente desde el año fiscal 2014 al año fiscal 2020, con la mayoría con destino a Estados Unidos. Sin embargo, los flujos han variado de un año a otro, con un cálculo estimado de 709,000 personas que abandonaron la región en el año fiscal 2019, seguidas de un cálculo estimado de 139,000 personas que abandonaron la región en el año fiscal 2020. Las encuestas realizadas en 2020 encontraron que muchos migrantes potenciales en la región habían pospuesto sus planes en medio de la pandemia de la Enfermedad del Coronavirus 2019 (COVID-19), pero tenían la intención de emprender sus viajes una vez que los gobiernos levantaran las restricciones de viaje transfronterizas.
Los informes anecdóticos y los datos recientes recopilados en la frontera suroeste de EE.UU. sugieren que los migrantes están nuevamente en movimiento. El personal de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. encontró (detuvo o expulsó bajo una autoridad de salud pública) más ciudadanos extranjeros del Triángulo Norte durante la primera mitad del año fiscal 2021 que en todo el año fiscal 2020. Aproximadamente 34,000 de los casi 226,000 guatemaltecos, hondureños y salvadoreños encontrados en la frontera este año fiscal han sido menores no acompañados, una categoría de migrantes que el Gobierno de Biden ha eximido de las expulsiones inmediatas de salud pública.
Causas fundamentales de la migración centroamericana
Aunque los motivos varían según el individuo, las difíciles condiciones socioeconómicas y de seguridad, exacerbadas por los desastres naturales y el mal gobierno, parecen ser los impulsores más importantes de este flujo mixto de migrantes económicos y solicitantes de asilo. Las investigaciones sugieren que tales flujos pueden volverse auto reforzados con el tiempo, ya que las familias buscan la reunificación, y aquellos que abandonan sus comunidades sirven como ejemplo y comparten sus experiencias y recursos con aquellos que se quedan en su país.
Condiciones socioeconómicas
La propiedad de la tierra y el poder económico en el Triángulo Norte históricamente se han concentrado en manos de un pequeño grupo de élites, dejando un legado de desigualdad extrema y pobreza generalizada. Si bien las reformas económicas orientadas al mercado en los años ochenta y noventa produjeron una mayor estabilidad macroeconómica y facilitaron la diversificación de las economías de la región que antes eran predominantemente agrícolas, esas ganancias económicas moderadas no se han traducido en mejores condiciones de vida para muchos en el Triángulo Norte. En áreas como las tierras altas occidentales de Guatemala, los residentes continúan lidiando con altos niveles de desnutrición y bajos niveles de educación que limitan sus habilidades y capacidad de ganar dinero para toda la vida. Los analistas esperan que la población en edad laboral de los tres países del Triángulo Norte continúe aumentando durante las próximas dos décadas, ya que aproximadamente el 45% de los guatemaltecos, el 42% de los hondureños y el 36% de los salvadoreños tienen menos de 20 años. No obstante, sin una mejora en la creación de empleo, los nuevos trabajadores pueden verse obligados a elegir entre buscar oportunidades de empleo limitadas y precarias en el sector informal no regulado o buscar oportunidades en otros lugares.
Desastres naturales y su relación con la migración centroamericana
Los fenómenos climáticos han agravado las ya difíciles condiciones de vida en la región. Algunos estudios científicos indican que América Central se ha vuelto significativamente más calurosa y seca en las últimas décadas, y partes de la región ha tenido problemas con una serie de sequías prolongadas desde 2014. Además de enfrentar repetidas pérdidas de cultivos, algunas comunidades rurales han experimentado una disminución de las oportunidades de empleo en el sector cafetero, que normalmente proporciona una fuente crucial de ingresos estacionales para alrededor de 1.3 millones de familias en el Triángulo Norte. La propagación de la roya del café (un hongo) desde 2012 ha reducido la producción, y los bajos precios internacionales del café han dificultado que los caficultores paguen sus deudas y repongan los cafetos enfermos. Muchas familias rurales ya habían estado vendiendo tierras y emigrando cuando la pandemia de COVID-19 y los huracanes Eta e Iota azotaron la región en 2020. El Fondo Monetario Internacional estima que esas crisis contribuyeron a contracciones económicas anuales de 8.6% en El Salvador, 8% en Honduras y 1.5% en Guatemala. Según el Programa Mundial de Alimentos, aproximadamente 8 millones de personas en el Triángulo Norte y Nicaragua enfrentan hambre, incluyendo 1.7 millones que enfrentan niveles de inseguridad alimentaria de emergencia. Según los informes, casi el 15% de las personas encuestadas por el Programa Mundial de Alimentos en enero de 2021 estaban haciendo planes concretos para migrar, frente al 8% en 2018.
Condiciones de seguridad
La violencia ha plagado durante mucho tiempo el Triángulo Norte, pero las tasas de homicidio aumentaron rápidamente en la década de 2000, cuando la región se convirtió en el principal corredor de tránsito de narcóticos sudamericanos con destino a Estados Unidos. Las organizaciones criminales transnacionales han tratado de asegurar las rutas de tráfico a través de Centroamérica combatiendo entre sí y con afiliados locales e intimidando e infiltrándose en las instituciones gubernamentales. Las pandillas, como la Mara Salvatrucha (MS-13) y la Mara Barrio 18 (M-18), con frecuencia recurren a la violencia mientras se involucran en guerras territoriales en el vecindario para controlar la distribución local de drogas, la extorsión y otras actividades ilícitas. La región también experimenta violencia sexual y de género generalizada y violencia comunitaria, esto es, violencia impulsiva no planificada que surge de disputas interpersonales. Aunque la pandemia y los cierres gubernamentales interrumpieron inicialmente las actividades delictivas, los informes sugieren que la violencia doméstica aumentó, y las pandillas y los grupos de tráfico ilícito se adaptaron rápidamente. Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, al menos 71,500 salvadoreños y 247,000 hondureños habían sido desplazados internamente por la violencia hasta 2018; no se dispone de datos similares para Guatemala porque el gobierno no reconoce el desplazamiento interno asociado con la violencia. En ausencia de respuestas gubernamentales efectivas, las víctimas pueden ser desplazadas varias veces o, en última instancia, pueden sentirse obligadas a abandonar sus países. La investigación ha encontrado que los salvadoreños y hondureños que han sido víctimas de múltiples delitos tienen intenciones migratorias significativamente más altas que aquellos que no tienen buenos gobiernos. Los gobiernos del Triángulo Norte han tenido dificultades para abordar las difíciles condiciones socioeconómicas y de seguridad de la región y responder a los desastres naturales. El Salvador, Guatemala y Honduras tienen una larga historia de gobierno autocrático y sus transiciones a la democracia han sido desiguales. Las fallas en la reforma y la asignación de recursos suficientes al sector público han dejado a las instituciones gubernamentales débiles e incapaces de cumplir con sus mandatos. La inversión pública es particularmente baja en Guatemala, que recauda alrededor del 12% del producto interno bruto en ingresos fiscales, el nivel más bajo de América Latina. La corrupción sistémica ha exacerbado los problemas en la región al desviar recursos escasos y permitir que los delincuentes coopten las instituciones estatales. La corrupción generalizada también puede socavar la confianza entre los ciudadanos de la región de que las condiciones podrían mejorar alguna vez.
La política estadounidense de Biden para atender la migración centroamericana
El gobierno está implementando un enfoque de múltiples frentes destinado a abordar los desafíos planteados por los flujos migratorios irregulares desde el Triángulo del Norte. Al igual que los gobiernos de Obama y Trump, ha buscado disuadir los flujos migratorios a corto plazo con campañas de mensajes públicos e instando a los gobiernos de Centroamérica y México a bloquear y dispersar a los migrantes que se mueven por la región. El gobierno de Biden también ha desplegado un equipo de respuesta de asistencia en casos de desastre de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en el Triángulo Norte para ampliar la asistencia alimentaria de emergencia, los programas de apoyo a los ingresos, la protección de personas vulnerables y otros esfuerzos humanitarios. Par el 6 de abril de 2021, la USAID había asignado $112 millones de recursos del año fiscal 2021 y del año anterior a los esfuerzos de asistencia humanitaria en curso en la región.
El 5 de febrero de 2021, el presidente Biden emitió el Decreto Presidencial 14010, pidiendo un marco regional integral para gestionar los flujos migratorios que “facilitaría el acceso a la protección y otras vías legales de inmigración, tanto en Estados Unidos como en los países socios, tan cerca de los hogares de los migrantes como sea posible”. Para ampliar el acceso al sistema de asilo de EE.UU., el gobierno ha suspendido tres acuerdos de cooperación de asilo (también conocidos como acuerdos de terceros países seguros), que el gobierno de Trump había negociado en 2019 para permitir que Estados Unidos transfiera a ciertos solicitantes de asilo a Guatemala, El Salvador y Honduras para solicitar protección en esos países en lugar de en Estados Unidos. (Guatemala ya había suspendido su acuerdo en marzo de 2020, y los otros dos acuerdos nunca se implementaron). El gobierno de Biden también está restableciendo el Programa de Menores Centroamericanos, que el gobierno Trump detuvo en 2017, para reunir a los menores elegibles en el Triángulo Norte con sus padres en los Estados Unidos.
Para el año fiscal 2022, el gobierno de Biden solicita $861 millones en asistencia extranjera para Centroamérica como parte de su plan propuesto de cuatro años y $4 mil millones para abordar las causas fundamentales de la migración centroamericana. Al parecer, la asistencia solicitada se basaría en la Estrategia de Estados Unidos para la participación en América Central, para la cual el Congreso asignó más de $3.6 mil millones entre el año fiscal 2016 y el año fiscal 2021. Las agencias estadounidenses redujeron significativamente muchos de los programas financiados a través de esa estrategia a menos de dos años de implementación debido a la decisión del gobierno de Trump de suspender la mayor parte de la asistencia extranjera al Triángulo Norte y reprogramar $396 millones para otras prioridades de política exterior. Los programas en la región llegaban a menos de la mitad de las personas que antes de la suspensión de la ayuda de marzo de 2019.
Este documento sobre las causas fundamentales y la política estadounidense acerca de la migración centroamericana como aparece publicado en Barriozona Magazine fue traducido del inglés por Eduardo Barraza. El documento original en inglés puede ser consultado en este enlace: Central American Migration: Root Causes and U.S. Policy (Updated April 22, 2021)
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