José Guadalupe Posada, el dibujante del pueblo mexicano

El genial grabado creado por Leopoldo Méndez en 1953 rinde homenaje a José Guadalupe Posada.
El genial grabado creado por Leopoldo Méndez en 1953 rinde homenaje a José Guadalupe Posada.

Por Stella de Sá Rego – El trabajo de José Guadalupe Posada es reconocido internacionalmente hoy. Sin embargo, en su propio tiempo él fue considerado un mero artesano, un ilustrador comercial produciendo imágenes en plazos cortos para la prensa de bajo costo. Después de su muerte en 1913, Posada fue olvidado en gran parte (aunque su trabajo continuó apareciendo de tiempo en tiempo en la prensa popular siempre que un editor encontraba conveniente reutilizar sus planchas de impresión). Su trabajo fue redescubierto una década más tarde por Jean Charlot y los pintores del Renacimiento Mexicano, quienes vieron en Posada a un precursor y lo reconocieron como “el dibujante del pueblo mexicano”. Como los muralistas de las décadas 1920s-1940s, Posada trabajó en un estilo narrativo que era inteligible a las grandes masas del pueblo de México. Desde su punto de vista como miembro de la clase urbana y obrera, Posada creó un retrato de su vida y sus tiempos de gran originalidad, fuerza, y humor.

Poco se sabe de la vida personal de Posada. Nació en Aguascalientes, México, en 1852, y en su juventud aprendió el arte de la litografía. Antes de 1871 él hacía las ilustraciones satíricas para el periódico local “El Jicote”. Desde allí se trasladó a la ciudad de León de los Aldamas (Guanajuato) en 1872, donde trabajó como ilustrador y artista comercial. Sus litografías a partir de ese período son técnicas y de composición sofisticada. En 1888 – quizás debido a la inundación que arrasó con León ese año– Posada se fue para la Ciudad de México, en donde permaneció el resto de su vida.

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José Guadalupe Posada en la Ciudad de México

En el principio, Posada fue de editor a editor para vender su trabajo. A menudo hizo una impresión en el lugar de los hechos: una ilustración rápida para algún hecho sensacional de noticias o, quizás, para una canción popular – lo que fuera necesario. Después de algunos años, se integró al equipo del editor líder de la literatura popular de México, Antonio Vanegas Arroyo. Fue un convenio fortuito, mutuamente beneficioso. La fama del artista y del editor residió en gran parte sobre el conjunto del trabajo producido de esta colaboración.

En el taller de Vanegas Arroyo, Posada trabajó junto a otros ilustradores, incluyendo a Manuel Manilla. Allí, Posada transformó radicalmente su estilo y técnica para resolver las demandas de la prensa de bajo costo y de su nueva audiencia urbana. Posada desarrolló un trazo corto expresivo para producir ilustraciones rápidas, legibles, y atractivas. Al principio, él trabajó exclusivamente en el grabado de planchas de metal, como Manilla. Esto era una manera relativamente rápida y barata de producir una plancha de relieve que se podía imprimir al mismo tiempo que el texto. Las impresiones que resultan tienen una calidad rígida y aparecen como imágenes de “línea blanca” sobre un fondo predominantemente oscuro.

Mientras que él continuó trabajando en el grabado de plancha de metal, también desarrolló una técnica de relieve rápido de aguafuerte al usar una tinta a prueba de ácido (similar a lo que había hecho Guillermo Blake en Inglaterra el siglo anterior). Esto permitió a Posada mucha mayor libertad puesto que él podía dibujar, en vez de grabar, sobre la plancha de impresión de metal. La fluidez de su línea negra de aguafuerte a través de los papeles brillantemente coloreados, favorecido por la editorial de Vanegas Arroyo, es la característica de muchas de las impresiones más expresivas de Posada.

Las audiencias de la prensa de bajo costo requirieron un estilo ilustrado narrativo que podía ser entendido incluso por alguien que no podía entender el texto. Por consiguiente, Posada representó sus temas de una manera que atrajo a la imaginación popular. Muchas de las historias y de las canciones que Posada ilustró eran sensacionalistas o chistosas. Pudieran ser comparadas a los temas de la prensa “tabloide” actual: monstruos y milagros, así como desastres de toda clase. Las famosas calaveras (figuras esqueléticas cómicas en vestido contemporáneo) también fueron hechas por el precursor de Posada, Manuel Manilla, y se desarrolla de una larga tradición de imágenes gráficas europeas tales como el medieval danse macabro y el barroco memento mori de Hans Holbein.

Los famosos grabados de las figuras esqueléticas cómicas de José Guadalupe Posada lo hacen hoy en día uno de los más populares ilustradores mexicanos.
Los famosos grabados de las figuras esqueléticas cómicas de José Guadalupe Posada lo hacen hoy en día uno de los más populares ilustradores mexicanos.

Los temas de las hojas volantes de José Guadalupe Posada, especialmente las baladas populares conocidas como corridos, recuerdan a menudo las hazañas de héroes populares legendarios. Las clases populares que las compraban podían gozar de una victoria vicaria sobre las injusticias y la coerción diarias de los terratenientes y los funcionarios de gobierno, que tan altivamente fueron exhibidos por los fuertes y atrevidos bandidos o valientes, celebrados en estos versos. Las hojas volantes –producidas a bajo costo y pregonadas en las calles de Ciudad de México por unos centavos – fueron impresas en papel de tejido fino brillantemente coloreado o de mala calidad. Estas efímeras hojas volantes nunca se hicieron con la intención de que durasen, mucho menos que llegasen a los museos y bibliotecas.

La gama de las publicaciones de Arroyo Vanegas aparecía anunciada en sus folletos. Estas incluyeron: Las canciones del año, Colecciones de saludos, trucos, y adivinanzas, Juegos de sala, Librillos para cocinar, para hacer dulces, pasteles, y tostadas, Versos humorísticos, Discursos patrióticos, Teatro infantil y juegos de marionetas, Historias de entretenimiento; El nuevo oráculo, El libro del futuro; Reglas para juegos de cartas; El nuevo libro de oraciones mexicano; Magia negra y blanca, y El libro de hechizos. Posada ilustró todos éstos con originalidad y vivacidad.

José Guadalupe Posada, ¿revolucionario?

¿Fue Posada un revolucionario? No en el sentido directo, quizás. El hizo pocas ilustraciones relacionadas con la Revolución mexicana (1910-20). Cualquiera que hayan sido sus convicciones políticas, su muerte en 1913 abrevió su experiencia con esta fase de la historia mexicana. Los artistas del Renacimiento Mexicano y del Taller de Gráfica Popular acordaron que el estatus revolucionario al que Posada está relacionado es la naturaleza esencialmente mexicana de su arte. A diferencia de las estilísticas imágenes europeas dirigidas a la élite antes de la Revolución, el trabajo de Posada para la prensa de bajo costo fue hecho por, para, y acerca de las clases obreras de México. Narró la vida desde su punto de vista, en un lenguaje que se podía entender y apreciar.

Es difícil, en base de tan poca información personal sobre el artista, construir una imagen del hombre. Una historia sostiene que Posada tomaba invariablemente un día feriado anual, durante el cual él se recluía con un botellón de tequila y reaparecía solamente después haberlo vaciado. Lo que sí sabemos es que Posada tenía poca familia hacia el final de su vida, y que fue sepultado en una fosa común.

Los tiempos cambian, y con ellos la tecnología y las sensibilidades. Los métodos manuales de ilustración fueron sustituidos por la fotografía en las primeras décadas del siglo XX. Algunas hojas volantes raras, producidas por la firma de Arroyo Vanegas, combinan el formato del papel de tejido fino coloreado con imágenes fotomecánicas. Jean Charlot también observó un cambio en sensibilidad de la audiencia: habiéndose acostumbrado al mayor realismo de la fotografía en el tiempo de la Revolución mexicana, la gente comenzó a rechazar el “simbolismo medieval” de las interpretaciones gráficas de Posada.

Hoja volante ilustrada por José Guadalupe Posada.
Hoja volante ilustrada por José Guadalupe Posada.

El legado permanente de Posada

El trabajo de Posada ha continuado recibiendo elogios. Como los muralistas, los impresores del Taller de Gráfica Popular de México (1937) consideran a Posada su directo antecedente e inspiración. Leopoldo Méndez representó a Posada haciendo una impresión en su taller al observar la disensión social y política en las calles afuera de su ventana.

Otro homenaje visual a Posada aparece en el mural de Diego Rivera “Sueño de una tarde de domingo en la Alameda Central”, 1948, en el cual incluyó al grabador y a una de sus creaciones famosas, Doña Catrina Calavera.

Las imágenes de Posada han aparecido en todo, desde murales chicanos hasta cubiertas de álbum de música rock y solapas de libros en años recientes. En una profecía paradójica, Diego Rivera dijo una vez: “Posada era tan grande que quizás un día su nombre será olvidado”. Es verdad que mucha gente que está familiarizada con sus dinámicas e imaginativas calaveras –incluso los que continúan utilizando y modifican su trabajo– nunca han oído su nombre.

La vida de José Guadalupe Posada fue una vida de trabajo duro, de relativa pobreza y anonimato. Aun así, dentro de este contexto, él creó un conjunto de trabajo de originalidad y expresividad increíbles, empleando una economía notable de los medios artísticos y del material. Como sus calaveras nos recuerdan, la muerte se burla de todos nosotros. Rico y pobre, orgulloso y humilde son puestos en una competencia justa, donde no hay ventaja para nadie. Lo más cerca que podemos llegar de la vida eterna es la permanencia de aquellos que dejan algo universal en su zaga, como Posada.

Universidad de Nuevo México, EE.UU. Derechos Reservados © 2001
Traducido al español por Eduardo Barraza

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