El presente ensayo titulado La Carnavalización de la Guerra Fría: México, la Revolución Mexicana y los acontecimientos de 1968 por Julia Sloan, profesora asistente de Ciencias Sociales e Historia, es la versión traducida al español del original en inglés Carnivalizing the Cold War: Mexico, the Mexican Revolution, and the Events of 1968. Barriozona Magazine publica este ensayo en cinco partes y ligeramente adaptado para este formato digital. En la parte inferior de cada una de las cinco partes se proporciona más información sobre el ensayo original en inglés y su autora, así como notas del traductor.
Parte 2 • Parte 3 • Parte 4 • Parte 5
• INTRODUCCIÓN •
Durante la década de 1960, oficiales de inteligencia de Estados Unidos lamentaron en comunicados enviados a sus supervisores en Washington D.C. que la situación política en México era tan complicada que eludía una comprensión fácil y certera. Expresaron frustración e incertidumbre sobre aspectos como el papel del comunismo en México, la ideología de los movimientos de protesta que tuvieron lugar allí a lo largo de la década y la difícil lógica de la relación de México con Cuba.¹ Esta confusión resultó, entre otras cosas, de la puntos de vista profundamente diferentes que las dos naciones tenían sobre la Guerra Fría.
El mundo de la Guerra Fría estaba gobernado por la bipolaridad establecida y aplicada por Estados Unidos y la Unión Soviética. Dentro de este contexto, las superpotencias se comprometieron en una lucha global por nada menos que “el alma de la humanidad”, cada una con sus propias agendas para el mejoramiento de todos. Para Estados Unidos, la ruta del progreso pasaba por la modernización a través del capitalismo democrático, que implicaba incorporar a las naciones más pobres del mundo a la economía internacional y mejorar las condiciones de vida de su pueblo. Por el contrario, la Unión Soviética también avanzó en mejoras en la calidad material de vida de los pobres del mundo, pero a través del sistema comunista. Por lo tanto, ambas superpotencias tenían esencialmente la misma agenda amplia, pero ideologías diametralmente opuestas que gobernaban cómo lograrla. Sin embargo, en la práctica, sus métodos para alcanzar este objetivo no estaban tan separados, y ambos implicaban la afirmación de su poder militar y económico sobre las naciones más débiles y pobres del mundo.²
México fue una de esas naciones. Para Estados Unidos, la Guerra Fría fue una lucha global contra el comunismo encarnado por el estado totalitario soviético. El gobierno de Estados Unidos y una parte significativa de su ciudadanía consideraban al comunismo como una fuerza maligna en el mundo, una que debía combatirse con todos los medios ideológicos, militares y financieros disponibles. Los mexicanos, y los latinoamericanos en general, por otro lado, tenían una visión mucho menos crítica del comunismo, y era menos probable que asociaran todo lo comunista con la Unión Soviética. Como resultado, los mexicanos vieron la Guerra Fría no como una cruzada de principios, sino como un ejemplo de agresión por parte de estados imperialistas cuyo poder financiero y militar les permitió dominar los países menos desarrollados.
Sin embargo, ni México ni ninguna otra nación del Tercer Mundo pudieron escapar de la Guerra Fría y de su penetrante influencia, tanto en los asuntos internacionales como en la política interna. Por lo tanto, para apreciar plenamente los eventos y desarrollos en México durante la Guerra Fría, debemos comprender los componentes internos y externos involucrados. Debemos explorar la relación entre la ideología general de la Guerra Fría y la importante ideología nacional de la Revolución mexicana. Debemos emplear lo que un estudioso de la Guerra Fría en el Tercer Mundo ha llamado la “visión doble”.³
El teórico ruso Mijaíl Bajtín proporciona un marco teórico a través del cual se pueden entender las relaciones dinámicas entre las superpotencias y las naciones del Tercer Mundo, en este caso México. Bakhtin caracteriza la heteroglosia como una situación en la que el contexto es más importante que el texto. En un estado de heteroglosia, el significado de todos los enunciados está definido por el contexto.4 Como tal, la heteroglosia* es un concepto apto para analizar el México de 1968 y, posiblemente, las formas en que se vivió la Guerra Fría en el Tercer Mundo en general.
Además de la heteroglosia, Bajtín proporciona otro concepto útil para analizar la Guerra Fría en el Tercer Mundo durante la década de 1960. El carnaval o carnavalización implica la desestabilización del centro, lo normal y lo regular mediante la adición de múltiples puntos de vista. Este concepto ilustra los procesos que ocurren en México y en todo el Tercer Mundo cuando los países comenzaron a contextualizar la Guerra Fría y a aprender a existir, incluso a tener éxito, dentro de ella. Sus voces se convirtieron en parte de las discusiones de política global del día. El diálogo multívoco [múltiples significados] resultante fue a la vez desestabilizador y complicado para las superpotencias. Así, de manera carnavalesca, México en la década de 1960 había comenzado a replantear la Guerra Fría no como una contienda entre comunismo y capitalismo, sino como una contienda entre las naciones que eran internacionalmente dominantes y las que estaban dominadas. En conjunto, la heteroglosia y la carnavalización postulan un mundo en el que los pueblos del Tercer Mundo se apropiaron de la retórica, las ideologías y los símbolos de la Guerra Fría para sus propios fines. Al hacerlo, la multiplicidad de textos dentro del contexto de la Guerra Fría fracturó la bipolaridad que las superpotencias habían trabajado tan asiduamente para mantener.
En este entorno donde la bipolaridad había dado paso a discursos conflictivos y una comprensión cada vez más multívoca de la Guerra Fría, los mexicanos comenzaron a ver la Guerra Fría, sus combatientes y sus batallas a través de la lente de su propia Revolución. Esa Revolución, encarnada en la década de 1960 por su institucionalización (el gobernante Partido Revolucionario Institucional o PRI) y el nacionalismo revolucionario, fue una lucha constante entre el gobierno y las clases populares y sus defensores por el control de la agenda nacional. La Guerra Fría se convirtió en un escenario discursivo principal en el que se libró esta lucha en la década de 1960. De manera más prominente en el año 1968, cuando México fue sede de los Juegos Olímpicos y experimentó su movimiento de protesta social más importante en una generación, los discursos conflictivos de la Guerra Fría ocuparon un lugar central. Este artículo busca identificar esos discursos y los puntos en los que influyeron en los acontecimientos de 1968.
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* Nota del traductor: El término heteroglosia describe la coexistencia de distintas variedades dentro de un único “código lingüístico”. De esta manera, el término se traduce del ruso “raznorechie” literalmente como “diferentes expresiones”.
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Sobre la autora del ensayo: La Dra. Julia Sloan es la Directora de Educación General y profesora titular en el Curry College, en Milton, Massachusetts. Historiadora latinoamericana y mexicana de formación, la Dra. Sloan recibió su doctorado de la Universidad de Houston. Su investigación, presentaciones en conferencias y publicaciones se enfocan en México en la década de 1960, incluida la protesta estudiantil, los Juegos Olímpicos de 1968, el impacto de la Teología de la Liberación y el Vaticano II en México, y las respuestas de México a la Guerra Fría. La Dra. Sloan trabajó anteriormente en el Cazenovia College en Nueva York, donde fue profesora de Ciencias Sociales y Directora del Programa de Estudios Internacionales. Antes de eso, enseñó en la Universidad de Carolina del Sur Salkehatchie.
El ensayo original en inglés fue traducido por Eduardo Barraza, editor de Barriozona Magazine, a partir de su publicación en el European Journal of American Studies [Revista Europea de Estudios Americanos] en este enlace.
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