El exilio de Plutarco Elías Calles representa un parteaguas en la política durante el periodo posrevolucionario en México, cuando la influencia en los más altos círculos de la vida nacional ejercida por el llamado Jefe Máximo de la Revolución fue terminada de golpe.
En un lapso de cerca de 25 años, quien en sus inicios fuera maestro en su natal Sonora, tuvo un vertiginoso ascenso hasta llegar a convertirse en la figura dominante de la política en México en la primera mitad de la década de 1930.
Después de la década de 1910 a 1920, considerado el periodo de la Revolución mexicana, el país comenzó gradualmente la etapa posrevolucionaria con la elección del general Álvaro Obregón como presidente.
La violencia y la agitación social en México no habían terminado, no obstante, la fase más cruenta de esa lucha armada había llegado a su fin.
Los magnicidios de Emiliano Zapata (1919) y Venustiano Carranza (1920), habían preparado la escena sociopolítica para que los integrantes del Triunvirato de Sonora —Obregón, Calles y Adolfo de la Huerta— pasaran a ser los protagonistas de la política en México por más de una década.
Los tres sonorenses ocuparon en su momento el poder ejecutivo en lo que se perfilaba como el establecimiento de la ansiada sucesión presidencial por vías democráticas y sin reelección, ideal que en 1910 llevó a Francisco I. Madero y sus partidarios a convocar al pueblo a una revolución.
Al concluir dos cuatrienios presidenciales, Obregón (1920-1924) y Calles (1924-1928), el espectro de la reelección resurgió en la persona del Manco de Celaya, quien tras un periodo fuera del poder buscó con éxito ser electo presidente de México por segunda vez.
Su sorpresivo asesinato tres meses antes de tomar protesta, impactó a México con un magnicidio más de un caudillo revolucionario.
Este volátil escenario alteró violentamente el proceso de sucesión, elevó a Plutarco Elías Calles como el hombre más allegado al Poder Ejecutivo y lo transformó en el político de más poder en los siguientes ochos años.
Obregón habría sido el primer presidente en gobernar a México por seis años, una vez que la Constitución de 1917 había sido reformada para tal fin. Con su muerte, su proyectado sexenio fue ocupado por tres presidentes seleccionados y dirigidos por Elías Calles.
A ese periodo se le conoce como Maximato, debido a que el Jefe Máximo orquestaba la escena política tras bastidores.
El declive del Jefe Máximo de la Revolución
Una nueva corriente política representada por dirigentes más jóvenes de tendencia izquierdista comenzó a apuntar la veleta de la política mexicana hacia otra dirección, mientras la vieja guardia, encabezada por Elías Calles, buscaba preservar el modelo de gobierno predominante durante el Maximato.
Así, las elecciones presidenciales de 1934 en las que el general Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940) se perfilaba para ocupar el Poder Ejecutivo, auguraron el ocaso del Maximato y el comienzo del Cardenismo.
El choque de ideologías entre Callismo y Cardenismo agrietó las relaciones entre ambos políticos, y a raíz de que Calles hiciera declaraciones a la prensa en junio de 1935, criticando la excesiva inclinación de Cárdenas en favor de las movilizaciones obreras.
Las manifestaciones callejeras contra el Jefe Máximo, en especial por parte de las organizaciones laborales emergentes, desempeñaron un rol esencial que llevó a la desarticulación de la maquinaria de poder de Elías Calles.
Su enorme influencia en la política mexicana entró en declive definitivo cuando las nuevas políticas de Cárdenas, y el rechazo de los Callistas a estas, finalmente orillaron al mandatario a eliminar de su gabinete y de otros cargos de gobierno en varios estados a todos los hombres leales al expresidente.
Se gesta el exilio de Plutarco Elías Calles
El exilio de Plutarco Elías Calles fue la decisión culminante que Cárdenas tomó para terminar con toda injerencia de parte del sonorense y sus aliados.
Siguiendo órdenes directas del presidente, la noche del jueves 9 de abril de 1936, las autoridades llegaron a la residencia de Elías Calles en la Hacienda de Santa Bárbara, en las cercanías de la Ciudad de México, para ejecutar su detención.
Al día siguiente, el viernes 10 de abril, el expresidente fue llevado al Puerto Aéreo Central de la Ciudad de México, donde lo aguardaban sus tres colaboradores más cercanos, Luis N. Morones, Luis L. León y Melchor Ortega, sobre quienes pesaba también una orden de exilio a Estados Unidos.
Calles y sus tres asesores políticos abordaron un avión trimotor militar con destino a la ciudad fronteriza de Brownsville, Texas, ciudad vecina de Matamoros, Tamaulipas, en donde aterrizaron después del mediodía de aquel viernes 10 abril.
La noticia del exilio de Plutarco Elías Calles conmocionó a México. La edición vespertina del diario Excélsior, Últimas Noticias, vendió 80 mil copias en tan solo media hora, como lo reportó la agencia de noticias Prensa Asociada (Associated Press).
En Estados Unidos, los informes de esta agencia internacional fueron publicados en decenas de periódicos en inglés, cuyas primeras planas destacaban titulares sobre el inusitado evento.
Después de pasar la noche en Brownsville, Elías Calles y sus acompañantes se trasladaron a Dallas, Texas, el sábado 11 de abril.
La Associated Press reportó que a su llegada a Dallas, Elías Calles declaró: “México está al borde de la revolución…Si hay algo que puede salvar a México ahora, es que los trabajadores y las clases medias se organicen y luchen contra el comunismo…México es un caldero hirviendo de insatisfacción… La revolución ya se está moviendo en México…Mi exilio empeorará las cosas…Culpo a Cárdenas por mi exilio”.
El grupo de exiliados continuó su ruta aérea hacia la ciudad de Los Ángeles, California, haciendo escala en El Paso, Texas, y luego en Phoenix, Arizona.
En la ciudad fronteriza de El Paso, Elías Calles habló con los medios de comunicación que acudieron a entrevistarlo.
El ex presidente aprovechó la oportunidad para volver a criticar a Lázaro Cárdenas al hacer la siguiente declaración publicada en el diario estadounidense El Paso Herald-Post el sábado 11 de abril de 1936: “Cárdenas se ha metido en un campo del que no sabe nada…Esos campos son el Socialismo y el Comunismo. Actualmente hay un estado de anarquía total en México; hay cientos de huelgas y el país se está hundiendo en el caos”.
Tras su llegada a Los Ángeles, Elías Calles se afincó en San Diego, en donde permaneció hasta 1941, cuando el sucesor de Cárdenas, el presidente Manuel Ávila Camacho (1940-1946), terminó su exilio forzado permitiéndole volver a México.
Plutarco Elías Calles a la distancia
Plutarco Elías Calles permanece como una figura histórica de claroscuros. Su legado político es tema de estudio indispensable para quienes buscan entender la política mexicana durante más de la mitad del siglo XX.
Aunque la influencia directa del sonorense terminó con su destierro forzado a Estados Unidos, no fue así en la práctica, ya que algunas de sus decisiones políticas sentaron las bases para el sistema del partido oficial que dominó la presidencia durante casi seis décadas.
A casi cien años de su elección como presidente de México (1924), su nombre es referente de la Revolución mexicana y del periodo posrevolucionario.
Lo escrito acerca de él por el destacado periodista José Alvarado en la revista Siempre! en 1966, quizá logre captar el ángulo más objetivo del Jefe Máximo de la Revolución: “Calles…no fue un caudillo sino un estadista y las batallas importantes no las ganó al frente de grandes cuerpos de soldados sino en una política económica y administrativa…No administró un conjunto de burócratas sino un país en plena agitación y turbulencia. No era un intelectual ni un soñador, sino el jefe de un país dividido en facciones y con una Revolución popular amagada. Todavía es discutido Calles y lo será más adelante…”
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