(Ciudad de México) — Para los mexicanos y para el mundo, el Zócalo de la Ciudad de México es la amplia plaza ubicada en el corazón de esta metrópoli rodeada por el viejo Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana y otros edificios coloniales.
Llamado oficialmente Plaza de la Constitución, la mayor parte del famoso Zócalo se encuentra actualmente cercado debido a obras de salvamento arqueológico que resultaron en el descubrimiento de una vieja plataforma circular que con el tiempo le dio nombre a este espacio.
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La plataforma de ocho metros de diámetro y 28 centímetros de altura fue parte de lo que se proyectaba sería un monumento a la Independencia que nunca se concluyó. Sus orígenes datan del año 1843, durante uno de los varios mandatos presidenciales de Antonio López de Santa Anna.
La plataforma, según indican los arqueólogos, fue construida con un núcleo de mampostería y paramento de bloques de basalto. La mampostería es un sistema tradicional para erigir muros y paredes colocando los materiales manualmente.
A dicha plataforma fue a lo que originalmente se le llamó zócalo, esto es, una estructura inferior de un edificio puesta a fin de elevar los basamentos a un mismo nivel.
No obstante, en algún momento de la vida cotidiana de la ciudad, sus habitantes comenzaron a referirse a toda la plaza como el Zócalo, y en lugar de convertirse en un monumento a la Independencia, la plataforma vino a nombrar este gran espacio, escenario de un gran número de hechos históricos.
El zócalo original con el tiempo quedó en el olvido, enterrado tras sucesivas remodelaciones de la explanada que la mayoría de la gente conoce, y en donde una gran bandera de México ondea sostenida por una enorme y solitaria asta en el centro.
Alguna similitud podría trazarse a partir de este proyecto de construcción fallido con el del Palacio Legislativo, que inició su edificación justo antes del estallido de la Revolución mexicana, durante el gobierno de Porfirio Díaz.
En este caso fue la guerra y no la falta de fondos lo que interrumpió que la construcción del palacio continuara, y que eventualmente fuera abandonada por completo.
Así, tanto el nombre Zócalo de la Ciudad de México como la estructura del Monumento de la Revolución son resultado de dos proyectos inconclusos que se tornaron en grandes iconos de la identidad, la historia y la fisonomía de esta metrópolis.
El hallazgo del zócalo original, es decir, de la plataforma circular excavada por arqueólogos bajo la Dirección de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, viene no solamente a corroborar el registro histórico, sino a redactar una página nueva en la extensa crónica de la Ciudad de México, y su antecesora Tenochtitlan.
Este descubrimiento arqueológico en la explanada de la Plaza de la Constitución se suma a los hallazgos ocurridos en 1790 del monolito de Coatlicue, la Piedra del Sol (también llamada Calendario Azteca) y la piedra de Tizoc.
Desde el inicio de las obras de construcción subterránea del Metro en 1967, la Ciudad de México ha visto una de las más prolíficas etapas de hallazgos arqueológicos.
Estos aumentaron considerablemente con el descubrimiento de la piedra Coyolxauhqui en 1978, lo que condujo a ubicación exacta y excavación masiva de las ruinas del Templo Mayor, y a otros sorprendentes encuentros como el del monolito Tlaltecuhtli en 2006.
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