(México) — Remanentes de lo que se interpreta como un asentamiento de los primeros pobladores de la Cuenca de México en están saliendo a la luz mediante el trabajo de arqueólogas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La Cuenca de México es el nombre dado a la reunión de cuatro valles en la parte central del país, que incluye Estado de México, Ciudad de México, Hidalgo y Tlaxcala, así como una pequeña zona en el estado de Puebla.
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La zona donde se llevan a cabo trabajos de salvamento arqueológico se ubica en Tlalpan al sur de la Ciudad de México, en terrenos de la Universidad Pontificia de México (UPM), una universidad católica. Tlalpan es una de las 16 delegaciones de la ciudad.
La zona arqueológica, que se ubica cerca del Estadio Azteca y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, constituye según los expertos en la materia uno de los primeros asentamientos humanos al sur de la actual Ciudad de México.
Remanentes de los primeros pobladores de la Cuenca de México, un peculiar descubrimiento
Como el hallazgo “más peculiar” hasta este momento en dicho sitio, el INAH está describiendo un grupo de osamentas humanas que fueron encontradas, ya que estas están en una forma de espiral o entrelazadas. Se estima que la antigüedad de los restos óseos es de dos mil 400 años.
Se cree que esta aldea temprana floreció gracias los recursos naturales que se derivaban de su cercanía con la ribera del Lago de Xochimilco, el cual suministraba agua dulce, árboles cuya madera era usada para la construcción, y una tierra idónea para cultivar.
El hallazgo de los huesos humanos revela, con base a su posición, que los cuerpos fueron dispuestos al momento de enterrarlos de una manera ritual, ya que fueron “enlazados” de tal manera que los brazos de un individuo fueron colocados en la parte baja de la espalda de otro.
El INAH informa que hasta el momento se han identificado 10 esqueletos, dos mujeres y un hombre, mientras se determina el sexo de los restantes. La mayoría son restos de adultos jóvenes, un adulto, un menor que tenía de entre tres y cinco años de edad al momento de morir, y los restos óseos de un niño de meses de edad.
Las arqueólogas del INAH Jimena Rivera Escamilla y Martha García Orihuela fueron quienes descubrieron este entierro múltiple en una fosa con dos metros de diámetro.
Este hallazgo de los primeros pobladores de la Cuenca de México arroja información importante para los estudios sobre los periodos Preclásico o Formativo en la Cuenca de México.
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