Desaparecidos de México, la búsqueda que no termina

Un lettrero con la fotografía de Gersón Quevedo Orozco, uno de los miles de desaparecidos en México.

(Ciudad de México) — No es fácil definirlo con palabras. El fenómeno migrante tiene tantas ramas que visualizarlo en su totalidad se ha vuelto casi imposible.

Esta es una de las ramas más oscuras de todo este problema: la del dolor de las familias que se quedan en casa y que jamás volvieron a saber de sus familiares.

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Esposas, hermanas y sobre todo madres de México, Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, y hasta de países africanos, se reunieron el 24 de noviembre frente al Hemiciclo a Juárez en la Ciudad de México.

Ahí, el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México y el Movimiento Migrante Mesoamericano recibieron a las madres con música, discursos, y un espacio abierto para compartir experiencias e intercambiar muestras de apoyo y solidaridad.

Desde varias horas antes, las organizaciones pusieron carteles, montaron un escenario, instalaron sillas y pintaban mantas con los nombres de los desaparecidos.

“Te buscaré hasta encontrarte hijo”, es el mensaje sobre la parte posterior de una camiseta que esta madre de un desparecido envía al pueblo de México. Foto: Josué David López Guarneros | Barriozona Magazine © 2016
“Te buscaré hasta encontrarte hijo”, es el mensaje sobre la parte posterior de una camiseta que esta madre de un desparecido envía al pueblo de México. Foto: Josué David López Guarneros | Barriozona Magazine © 2016

La lista era enorme. Las mantas puestas una a lado de la otra formaban una hilera de varios metros. Abarcaban desde antes de donde se ubica el Hemiciclo hasta casi llegar al Palacio de Bellas Artes.

El número de medios de comunicación se multiplicaba al mismo tiempo que la expectativa por la caravana de madres crecía.

Verlas llegar gritando sus consignas fue por demás conmovedor. Durante unos breves segundos hubo mucho ruido. Se les repartieron coronas de flores y los reporteros se agolparon para conseguir la mejor toma.

Fue como si a pesar de esperarlas durante horas, no se supiera cómo reaccionar. Por un lado, había música, pero no era para celebrar; había decoración, pero estábamos muy lejos de un festejo. La desesperación de estas mujeres es un golpe a la pasividad de cualquiera que se detenga a que se detenga a escucharlas.

Desde este espacio hacemos un llamado a las autoridades para que se haga todo lo posible por atender las demandas de estas y muchas otras madres de México y Centro América. Demandas que no provienen de un capricho, sino de una necesidad real y que lamentablemente crece todos los días.

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