(México) — Onavas, en el estado de Sonora, es un pequeño municipio cuya población, de acuerdo al censo de 2010, consiste en 400 habitantes. Onavas colinda con poblados como Sahuaripa, Soyopa, Yécora, Suaqui Grande y San Javier.
De acuerdo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ahí fue descubierto el primer cementerio prehispánico de Sonora, a unos 300 metros del pueblo de Onavas.
Expertos estiman que el cementerio tiene aproximadamente 1,000 años de antigüedad, el cual cuenta con entierros de 25 individuos.
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De los 25 restos óseos encontrados, 17 corresponden a menores de edad —de entre cinco meses y 16 años— y ocho son de adultos.
Lo inédito de este hallazgo arqueológico consiste en que 13 de las osamentas descubiertas presentan una deformación intencional del cráneo, y cinco de ellas tienen una mutilación dentaria. Estas se identifican como prácticas culturales similares a las de grupos prehispánicos del sur de los estados de Sinaloa y norte de Nayarit, mismos que no se habían registrado en Sonora.
Algunos de los restos óseos tenían ornamentos hechos con conchas y caracoles de la región del Golfo de California, entre ellos brazaletes, una nariguera, aretes, pendientes y collares de cuentas de concha. Un esqueleto fue hallado con un caparazón de tortuga colocado a la altura del abdomen.
La relevancia del descubrimiento pone por evidencia costumbres no antes registradas entre los antiguos grupos culturales de Sonora, como son la deformación de cráneos (frontal occipital) que se aplicó a 13 individuos enterrados, así como la modificación mediante el desgaste de la parte lateral de las piezas, para darles la forma de la letra “V”.
La arqueóloga Cristina García Moreno, directora del proyecto de investigación, llamado simplemente “Cementerio”, dijo que el área donde se encontraron las osamentas incorpora características únicas, ya que fusionan expresiones de grupos del norte de México.
Entre dichas expresiones están ornamentos elaborados con conchas y caracoles del Mar de Cortés —situado en cercanía a esta región— con tradiciones del Occidente nunca antes encontradas en territorio sonorense.
“Con este descubrimiento se amplía el límite de influencia de los pueblos mesoamericanos mucho más al norte de lo que tenía registrado la arqueología”, declaró García Moreno.
El proyecto Cementerio es desarrollado por la Universidad Estatal de Arizona (ASU, por sus siglas en inglés), y cuenta con la aprobación del Consejo de Arqueología del INAH.
Según la arqueóloga, esta es la primera vez que se descubre un cementerio con dichas características en Sonora, ya que se trata de un terreno destinado específicamente para enterrar muertos.
Asimismo, el descubrimiento destaca porque, según García Moreno, en Sonora no hay otro sitio arqueológico en donde se hayan identificado modificaciones craneal y dentaria.
“El Cementerio de Onavas no pertenece a grupos mesoamericanos migratorios, sino a uno sedentario que tuvo un desarrollo local y que en algún momento de su historia entabló contacto con Mesoamérica e incorporó algunas ideas a su cultura. Estamos en proceso de investigación para confirmar si existe una relación con grupos de Sinaloa y Nayarit”, agregó la experta.
De acuerdo a García, al cotejar fuentes históricas, el sitio pudo haber habitado a antiguos indígenas pimas, una etnia de esta región. Los descendientes de los indios pimas se desplazaron hacia lo que hoy es el límite estatal Sonora-Chihuahua.
García también destacó que la deformación de cráneos en las culturas mesoamericanas se usó para diferenciar a un grupo social de otro o con fines rituales. La mutilación dentaria, en las culturas de Nayarit, en cambio, se practicó en niños como ritual de paso hacia la adolescencia, lo cual coincide con los hallazgos de Sonora, donde los cinco cuerpos que la presentan son mayores de 12 años.
Finalmente, se destacó que la cantidad de infantes y púberes identificados en el cementerio, puede ser un indicador de la mala práctica en la deformación de cráneos, lo cual habría podido ser la causa de la muerte por el exceso de fuerza al momento de apretar el cráneo. Esto se deduce ya que los resultados de los estudios hechos a las osamentas no proveyeron ningún rastro de enfermedad que pudiera haber causado su muerte.
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