Danzantes aztecas y organilleros en Ciudad de México – CDMX de Carne y Hueso

Los danzantes aztecas son una de las tradiciones más arraigadas en Ciudad de México. Ilustración: Barriozona Magazine © 2019
Los danzantes aztecas son una de las tradiciones más arraigadas en Ciudad de México. Ilustración: Barriozona Magazine © 2019

(Ciudad de México) — Los danzantes aztecas y los organilleros son trabajadores callejeros en la Ciudad de México que forman parte integral de la cultura de esta gran urbe de más de 21 millones de habitantes.

Para transeúntes y turistas que caminan por las calles del Centro Histórico de esta ciudad donde hace casi 700 años los mexicas fundaron Tenochtitlan, es difícil que la presencia de estos intérpretes callejeros pase desapercibida.

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Aunque son parte cotidiana de la escena pública del Zócalo y los alrededores, el inconfundible sonido de los viejos organillos o la colorida indumentaria de los danzantes aztecas llama la atención de quienes caminan de forma apurada en esta ciudad sobrepoblada.

Organilleros y danzantes ofrecen su arte público sin costo fijo, y dependen de quienes detienen su paso para darles dinero y ver su espectáculo. Ambos contribuyen a mantener la identidad de la vieja ciudad de forma voluntaria, con la esperanza de que la gente admire y reconozca su talento correspondiendo con un donativo de dinero.

Danzantes aztecas, palpitar del Zócalo

El ritmo de sus instrumentos de percusión y sus movimientos corporales repetitivos y simbólicos se impone bajo grandes edificios como la Catedral Metropolitana o el Palacio Nacional, vestigios de la época de la Colonia en México.

Con sentadillas y rápidos movimientos serpentinos rituales, los danzantes aztecas evocan por igual la era en que Tenochtitlan se expandía sobre el desaparecido Lago de Texcoco, mientras el vibrar de sus cascabeles y tambores revive el latido de la urbe mexica que se resiste desde sus ruinas a desaparecer del todo.

Las agrupaciones de danzantes aztecas callejeros mantienen el carácter ritual que los antiguos mexicas otorgaban a sus danzas, así como la utilización de algunos instrumentos antiguos como el huehuetl, usados en las danzas aztecas originales.

Danzantes mexicanos como Mario González, integrante del grupo de danza azteca Nikan Ka, continúan manteniendo importantes aspectos tradicionales que están ligados a las raíces de los fundadores de México.

Danzante azteca en el Zócalo de Ciudad de México. Foto: Eduardo Barraza | Barriozona Magazine © 2019
Danzante azteca en el Zócalo de Ciudad de México. Foto: Eduardo Barraza | Barriozona Magazine © 2019

“Los ancestros sabían que la danza es energía. La danza nos alimenta”, dice González, quien junto con miembros de su familia danzan en el área contigua a las ruinas del Templo Mayor de la cultura mexica.

González, quien lleva más de 15 años en la danza azteca, considera que mantener viva esta tradición estimula el conocimiento de Ciudad de México en las nuevas generaciones.

“De alguna manera nuestra historia y nuestra cultura vienen cada vez más recortadas en los libros de texto. ¿Por qué? Porque al gobierno no le interesa tener a gente que conozca su cultura”, opina González.

“Una persona con cultura es libre; sabe de dónde viene, sabe hacia dónde va. Si todos nosotros supiéramos un poquito de cultura, seríamos mejor país, mejores seres humanos”, puntualizó el danzante.

Los organilleros, tradición musical que persiste

Rafael García, un hombre de la tercera edad que ha ejercido el oficio de organillero en la Ciudad de México por 15 años, es parte de un grupo de hombres y mujeres que salen a las calles llevando a cuestas un pesado órgano de manufactura alemana para ofrecer una forma de entretenimiento musical que se popularizó hace más de un siglo.

García es un operador de música callejera conocido como organilleros, los cuales visten un uniforme café claro y cargan el voluminoso instrumento que puede llegar a pesar 50 kilos hasta el lugar donde se detendrán a operar el viejo aparato y reproducir su música.

Mediante un monopié, García sostiene el viejo organillo frente al Palacio de Bellas Artes, en la Avenida Juárez, y con su mano derecha hace girar el cilindro interior de madera registrado con púas y puentes de bronce, haciendo sonar las melodías que están programadas a través las flautas del aparato hecho de madera de marca Harmonipan y fabricado en Berlín.

“Estos aparatos… más de cien años”, dice García al ser entrevistado, refiriéndose al tiempo que este tipo de organillos han recorrido las calles en México. “Eso fue un regalo para Porfirio Díaz, pero quien lo adoptó fue la gente de abajo, la gente humilde. Por eso es tradición y cultura”.

Se cree que el gobierno de Alemania envió a México estos aparatos musicales a fines del siglo XIX como regalo al presidente Díaz, quien era un amante de la moda de Francia. Bajo su largo gobierno, el dictador atrajo a la ciudad una fuerte influencia europea.

Durante muchos años, con el advenimiento de tecnologías modernas y más avanzadas, este instrumento y su música pasaron a ser una reliquia que evoca una época de la primera parte del siglo XX en Ciudad de México.

En la actualidad, los organilleros en Ciudad de México se esfuerzan por subsistir mediante los donativos voluntarios de las personas que detienen su paso para darles una moneda o un billete.

A través de la serie "CDMX de Carne y Hueso", Barriozona Magazine presenta a los personajes más emblemáticos que dan forma a la cultura y tradiciones de Ciudad de México. Ilustración: Yolie Hernández | Barriozona Magazine © 2019
A través de la serie “CDMX de Carne y Hueso”, Barriozona Magazine presenta a los personajes más emblemáticos que dan forma a la cultura y tradiciones de Ciudad de México. Ilustración: Yolie Hernández | Barriozona Magazine © 2019

Personajes populares en la Ciudad de México

La Ciudad de México es un mural de carne y hueso pintado por los cientos de personajes callejeros y populares que mantienen viva la multifacética identidad de esta gran ciudad. Son ellos los que forman una parte de la idiosincrasia de esta ciudad, y en algunos casos, del país.

Su aportación a la cultura es indudable, no obstante, con frecuencia la cotidianidad de su presencia en calles, plazas y centros públicos de trabajo los vuelve tan comunes que pueden llegar a pasar desapercibidos.

Estos son los personajes que para los mexicanos son comunes, pero para los extranjeros son símbolos y distintivos del país, y parte elemental de la cultura, las tradiciones y la historia.

Los danzantes aztecas y los organilleros son un ejemplo de personas que día a día reafirman la identidad de una ciudad de inagotable atractivo y vasta cultura. Ellos son parte del mural de carne y hueso que es la Ciudad de México.

Axel E Núñez contribuyó a este reportaje.

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