(México) — La videocracia puede ser entendida como el uso absurdo de los Medios Electrónicos de Comunicación (MEC) —léase: radio, TV., telefonía inteligente e internet en general— para uso propagandístico según los intereses del gobierno en turno, de partidos políticos y de grupos de presión. La intención es gobernar más a través de la transmisión de propaganda por los MEC que por la realización de logros concretos de gobierno y política social.
Se asume el control de la sociedad por medio de los MEC, alimentando una “democracia vacía” por medio de voceros orgánicos del sistema y propiciando una atrofia del entendimiento en materia política y de cultura social.
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En una sociedad de mercado se aprovecha el legajo de técnicas publicitarias y de mercadotecnia en spots con frases breves y atractivas de primer impacto que influyan en la acción ciudadana y la preferencia electoral.
El objetivo es mediatizar la política en los MEC, en el contexto de una sociedad con necesidades de desarrollo social no resueltas. En consecuencia “El videogobierno” designa grandes sumas de dinero a estos fines, por ejemplo para las próximas elecciones presidenciales, el Poder Ejecutivo prevé gastar $2,108.50 millones de pesos en Comunicación Social y Publicidad. Sin embargo, en lugar de que el gobierno eduque e informe a la ciudadanía sobre deberes y derechos, se desvían estos recursos en pro de la videocracia.
Dentro de este contexto mediático, observamos que, si bien la Constitución Política Mexicana establece el derecho a la información como la garantía de los ciudadanos para el acceso a la información pública gubernamental, paradójicamente, aún no se ha legislado la obligación del gobierno de comunicar a la ciudadanía información veraz, oportuna y de calidad que represente una sólida base para la toma de decisiones y el ejercicio pleno de sus derechos (Esteinou: 2005).
En consecuencia, México se encuentra inmerso en la era de la “video-gobernabilidad mediática”, que ha provocado el uso y abuso de los MEC con fines de legitimación y propaganda política, lo que representa un riesgo para el desarrollo de una democracia más madura en el país.
La videocracia busca adeptos y no le importa la cultura y la educación ciudadana. Esta estrategia informativa “transformó al Gobierno Federal en una gigantesca maquinaria de mercadeo y a la Presidencia de la República en una agencia de publicidad cuyo principal logro fue la de convertir en política de Estado aquella prescripción de Maquiavelo que afirma: “gobernar es hacer creer”, (Esteinou: 2005).
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