(Phoenix, Arizona) — A pesar de que vivo entre letras, poco o nada sé de las dos rebeliones cristeras que causaron, se estima, doscientos cincuenta mil muertos, ochenta mil de ellos combatientes; los demás fueron civiles. Casi por accidente, me encontré con dos películas que tocan el tema. Como buen insaciable, traté de documentarme un poco al respecto. Esto me llevó a lo que mejor conozco: los libros. Me atrajo la novela de mi paisano Antonio Estrada Muñoz (Durango, 1937), autor de Rescoldo: los últimos cristeros (1961).
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Antonio Estrada Muñoz: una vida entre periodismo y persecución
La vida de Estrada Muñoz fue breve, pero intensa. Hijo de un coronel de las rebeliones cristeras, con apenas siete años de edad fue testigo de varios combates.
De adulto, se dedicó al periodismo en San Luis Potosí. Publicó un libro de denuncia, el reportaje político La grieta en el yugo (1973), una letanía de crímenes y robos del cacique potosino Gonzalo N. Santos. Los gatilleros del mandamás asaltaron la imprenta y destruyeron todas las copias del libro y, de paso, amenazaron de muerte a Estrada Muñoz. Se dice que en dos ocasiones estuvo a punto de ser asesinado. Se refugió en Mérida; su esposa era yucateca. Después vivió en la Ciudad de México, donde hizo de todo para ganarse la tortilla: vendió aparatos electrodomésticos y telas. Tras una vida de sobresaltos, murió en la pobreza con apenas cuarenta años.
Conviene aclarar que algunas novelas con temática cristera escritas por autores reconocidos han cosechado buena crítica: El poder y la gloria (1940), del inglés Graham Greene, y Los recuerdos del porvenir (1977), de la mexicana Elena Garro. Tierra bajo los pies (1973), del venezolano Rómulo Gallegos, es un texto hoy difícil de conseguir. En total, más de treinta y dos libros se han escrito sobre el conflicto.
El veto editorial y el rescate de una obra
El tema fue tabú en el México de la dictadura priista y, por ser el autor hijo de un cristero, Rescoldo fue vetado por todas las grandes editoriales. Solo una casa de poca monta, conservadora y especialista en temas religiosos, se atrevió a publicarla en 1961. Esto condenó a la novela a tiradas pequeñas, difíciles de conseguir, y a ser desdeñada por los especialistas.
Día con día, Rescoldo conquista más admiradores y se forja un rinconcito entre las letras mexicanas de valor. Juan Rulfo la consideraba “una de las cinco mejores novelas mexicanas”; José Luis Martínez la elevó a “la mejor novela de tema cristero”; el intelectual franco-mexicano Jean Meyer, uno de los primeros en estudiar las insurgencias y experto en el movimiento, autor de los tres volúmenes de La cristiada (13ª ed., 1994), escribió un elogioso prólogo del libro, que ya suma por lo menos cinco ediciones. El Fondo de Cultura Económica no la ha publicado, aunque se supone que edita lo mejor del país.
Un relato de heroísmo y tragedia
Concluida la primera Rebelión Cristera, el gobierno se dedicó a asesinar a los líderes insurrectos. Esto provocó un segundo levantamiento en 1934. Algunos setecientos cincuenta hombres participaron. Bajo el estandarte de la Guaupita (Virgen de Guadalupe), se refugiaron en la sierra, desde donde atacaron al ejército.
Es la historia de unos guerreros suicidas. Tuvieron la oportunidad de huir o, al menos, de poner a salvo a esposas e hijos, pero no lo hicieron; prefirieron morir por sus ideales. Es difícil entender por qué expusieron a sus familias al hambre, al frío, a la picadura de insectos dañinos y a las balas del ejército.
Fue una lucha épica. A pesar de la falta de parque, de vivir en durísimas condiciones y de las hambrunas, causaron muchas bajas al enemigo. Empujados por su compromiso religioso, su valor y su terquedad, murieron como héroes trágicos.
Rescoldo inicia cuando el autor y su madre regresan a la sierra duranguense en busca de la tumba del padre, Florencio Estrada, un coronel de los rebeldes. La novela es un angustioso relato de los últimos días de Estrada, quien arrastró a su familia por la sierra mientras los soldados federales le pisaban los talones. Perseguido por sus propios cuñados y traicionado por un amigo, cayó en el verano de 1936; su cuerpo fue vejado.
Destaca la constancia y el valor de Dolores Muñoz, esposa de Estrada. Al principio, no desea volver a la sierra a luchar en “La Bola”. Después, a pesar de perder una hija tras un embarazo complicado y de sobrevivir a un infarto cuando sus hermanos, que militaban en el otro bando, casi la sorprenden, tras mucho sufrir, al ver a su esposo titubear, lo anima a no abandonar la batalla. Tras la muerte de su marido, se refugia en México, donde trabaja de criada para mantener a su familia.
La riqueza lingüística y cultural de Rescoldo
Rescoldo dibuja la belleza del caprichoso paisaje de la sierra: tupidas lluvias que derraman corrientes caudalosas, nevadas, auroras deslumbrantes, animales silvestres, flores, árboles. Desfilan varios grupos indígenas que viven en las alturas y que se unen a los cristeros para luchar contra el gobierno que les ha arrebatado sus bosques.
Asimismo, contiene muchas voces y expresiones locales que dificultan la lectura. Una buena cantidad de notas al pie y una lista de términos ayudan al lector: amolar: dañar; arguenudo: perezoso; asquel: hormiguita; ciscarse: atemorizarse; tambache: bulto; retobado: respondón; guariche: panal de avispas; diatiro: totalmente…
Veamos lo que vendría a ser la última cena, en paz, de los sublevados: guaices (tortillas de maíz), gorditas de cuajada, calabacitas con melaza, tamales de requesón horneados en hojas de roble, jocoque con salsita de chile piquín verde, machitos (vísceras y tripas del cabrito), aguamiel, tamachaca (corteza de un árbol comestible), pinole, atole…
Aunque crecí escuchando algunas voces regionales que el autor usa, batallé un poco para leer el libro. Quedé impresionado con el azaroso testimonio de un testigo de otra de las frecuentes guerras civiles que aún desangran el país. Rescoldo habla de los cristeros caídos, pero también de los soldados (sardos, guachos, changos, como se les llama en el libro), quienes dejaron madres y esposas llorando y huérfanos.
Otras obras y su representación en el cine
Además de Rescoldo, Antonio Estrada Muñoz escribió otra novela: La sed junto al río (1967), la cual sigo buscando. Mientras tanto, el cine también ha abordado la historia cristera con diversas miradas: De todos modos Juan te llamas (1976), de Marcela Fernández Violante, y Los últimos cristeros (2011), de Matías Meyer. Esta bella cinta la dirigió el hijo del historiador Jean Meyer.
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N del E: La Guerra Cristera (1926-1929) fue un conflicto armado en México entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y grupos de católicos que se levantaron en armas contra la persecución religiosa derivada de la Ley Calles, que limitaba el culto y el poder de la Iglesia. La resistencia incluyó guerrillas en varios estados, especialmente en el Bajío. Tras años de combates y miles de muertos, se alcanzaron acuerdos entre el gobierno y la Iglesia, aunque la represión continuó. Un segundo levantamiento menor ocurrió en 1934-1938.
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