(Ciudad de México) — Los vestigios de una ofrenda mexica encontrados cerca de una famosa plaza cultural de la Ciudad de México están disipando la oscuridad en la que permaneció oculta durante siglos una antigua vivienda de Tenochtitlan.
La ofrenda encontrada y analizada por un equipo de salvamento arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) consiste de varios objetos como una olla que contiene cenizas humanas y más de una docena de sahumadores (recipientes para quemar resina).
Los expertos a cargo de descifrar los secretos de la ofrenda mexica descubierta en un terreno contiguo a Plaza Garibaldi —famosa por los grupos de mariachi y de otros géneros que ahí se reúnen—, indican que esta se encontraba en un contexto arqueológico de lo que alguna vez fue una vivienda en la que habitó una familia mexica que habría sobrevivido a la invasión de los conquistadores españoles.
La escena donde se ubicó este asombroso descubrimiento arqueológico ha llevado a deducir que la ofrenda habría sido dispuesta por los moradores de esa antigua vivienda para celebrar un ritual en el ocaso de la civilización mexica, en un ambiente que figurativamente vuelve a poner en escena aquel antiguo acto ceremonial que evoca cantos y olor de copal gracias a la hipótesis de los especialistas.
Posiblemente, las ruinas datan entre los años 1521 y 1610 d.C., según estimaciones del INAH. Estas se encontraron a poco más de cuatro metros de profundidad, y la evidencia muestra que en una etapa los habitantes de la vivienda la ocultaron al cubrirla con varias capas de adobes.
Lo anterior lleva a suponer a los arqueólogos que aquellos mexicas resistieron el arrollador avance de la cultura española tras la toma de la gran Tenochtitlan por Hernán Cortés, sus hombres y aliados indígenas.
En julio de 2017, se dio a conocer que, no muy lejos de este hallazgo, se encontró un recinto de tipo ceremonial en otro barrio mexica, Colhuacatonco, en donde se afirma que los mexicas capturaron una bandera española. Se ha establecido que los habitantes de ese barrio mantuvieron una resistencia “pasiva” tras la caída de la ciudad de México-Tenochtitlan en 1521.
Barrio de Tezcatzonco, sitio del hallazgo
Según Mara Abigaíl Becerra Amezcua, coordinadora de los trabajos de rescate arqueológico, estos se llevaron a cabo durante tres meses de excavación en el predio ubicado sobre una de las más transitadas vialidades de la ciudad, el Eje Central Lázaro Cárdenas, no muy lejos del núcleo de la civilización mexica y del Templo Mayor.
La antigua vivienda se ubicaba en lo que se sabe fue Tezcatzonco, un barrio menor de Cuepopan-Tlaquechiuhca, una de las cuatro secciones que constituían Tenochtitlan. Las ruinas se localizaron después de que un sondeo del subsuelo no relacionado a la arqueología evidenció la presencia de tezontles y adobes bajo una vivienda.
Las ruinas de la casa en donde la ofrenda mexica fue descubierta se componía de una estancia, un corredor, cinco habitaciones y un patio, bajo del cual estaban los artefactos de la ofrenda. La presencia de un tlecuilli o fogón en uno de los cuartos indica que ahí se encontraba la cocina de la antigua morada mexica, cuyos elementos estructurales de paredes y pisos originales fueron identificados por los arqueólogos.
Ofrenda mexica, el hallazgo sobresaliente
El elemento más destacado de este hallazgo arqueológico en el Centro Histórico de la Ciudad de México es sin duda esta ofrenda mexica. Sus elementos revelan su carácter sagrado en el contexto de la religión de Tenochtitlan.
La ofrenda consiste de:
- 13 sahumadores
- Una copa pulquera de base trípode
- Cinco cajetes
- Un plato y una olla sobre la que se colocaron cuatro vasijas a modo de tapa, y en cuyo interior estaban los restos óseos cremados (posiblemente de un menor)
Dichos elementos, según Becerra Amezcua, expresan un simbolismo particular, están relacionados al calendario ritual de los mexicas, y refuerzan la concepción nahua del universo.
La investigadora del INAH afirma que las ruinas encontradas, además del tipo de cerámica de algunos objetos (lozas Azteca Bruñida y Roja Bruñida), coinciden con los periodos de contacto español y principios de la época virreinal.
Lo anterior da a entender que quienes habitaron la morada vivieron ahí durante la toma de control y aniquilamiento de Tenochtitlan o al inicio del dominio político colonial de los virreyes españoles.
En perspectiva, se supone que la ofrenda mexica habría sido instalada por los habitantes de la vivienda durante las primeras décadas después de la invasión de Tenochtitlan, y la misma habría tenido el propósito de servir como como un ritual de clausura de ese espacio, ante el irreversible ocaso de la civilización mexica.
Con descubrimientos como este, el asombroso pasado mexica continúa resurgiendo como las piezas perdidas de un rompecabezas, que lo mismo añade insólitos trozos de historia que presenta nuevos y desafiantes enigmas para quienes viajan al pasado por el excitante túnel de la arqueología.
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