(México) — Marcelo Ebrard, excanciller mexicano, presentó una denuncia formal contra el proceso de primarias del partido gobernante para las elecciones presidenciales de 2024, alegando múltiples irregularidades.
Denunció las primarias realizadas por el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), que anunció como vencedora a la exalcaldesa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Ebrard, que quedó en segundo lugar, amenazó con dejar MORENA y crear su propio “movimiento político nacional”.
El ex funcionario presentó una denuncia de 48 páginas, citando corrupción, compra de votos, favoritismo y violencia durante el proceso electoral.
Marcelo Ebrard no estuvo de acuerdo con las afirmaciones del partido de que las elecciones se realizaron sin manipulación. Acusó a la Secretaría de Bienestar de intervenir a favor de Sheinbaum y fijó una fecha para la formalización de su nuevo movimiento político —Movimiento Progresista— el 18 de septiembre.
A pesar de su ruptura con MORENA, los analistas creen que puede no impactar significativamente las posibilidades de Sheinbaum de ganar la presidencia.
La disputa refleja una tendencia más amplia de insatisfacción con las encuestas internas de los partidos en la política mexicana, lo que podría conducir a reformas electorales en el futuro.
Las recientes maniobras políticas de Marcelo Ebrard y su amenaza de formar un nuevo “movimiento político nacional” han levantado sospechas entre algunos observadores y analistas políticos en México. Especulan que las acciones de Ebrard podrían servir como un movimiento estratégico para convertirse en un candidato falso en las próximas elecciones presidenciales de 2024.
La especulación se basa en que su candidatura podría desviar votos de la aspirante presidencial de la coalición política de oposición, Xóchitl Gálvez (de la coalición Frente Amplio por México) beneficiando en última instancia a la candidata oficial del partido gobernante, MORENA, Claudia Sheinbaum, a través de la coalición Juntos Hacemos Historia.
La razón detrás de esta especulación se basa en la idea de que la ruptura de Ebrard con MORENA puede no ser tan definitiva como parece. Algunos analistas creen que la salida de Ebrard del partido y la formación de un “movimiento político nacional” puede servir como una maniobra política calculada para crear una apariencia de competencia dentro del panorama político.
La decisión de @m_ebrard de reventar el proceso de selección de candidato presidencial no tiene vuelta atrás. Si no renuncia a @PartidoMorenaMx, su imagen estará abollada y quedará como un cobarde que se subordinó a @lopezobrador_, opina @rivapa.https://t.co/3kk8iQdUqJ
— EF_Opinion (@EF_Opinion) September 7, 2023
Al hacerlo, Marcelo Ebrard podría potencialmente quitar votos a candidatos como Xóchitl Gálvez, reduciendo así sus posibilidades de presentar un desafío sustancial a la candidatura de Sheinbaum.
Sin embargo, es importante señalar que la idea de que Ebrard se convierta en un candidato falso sigue siendo una cuestión de especulación, y sus motivaciones pueden ser más complejas.
Queda por ver si las acciones de Marcelo Ebrard tienen como objetivo en última instancia beneficiar al candidato de MORENA o buscar genuinamente un camino político alternativo, y la dinámica cambiante del panorama político de México desempeñará un papel crucial en la determinación del resultado de las elecciones presidenciales de 2024.
¿La maniobra de Marcelo Ebrard lo perfila como un candidato falso?
Las especulaciones sobre el papel de Marcelo Ebrard como posible “candidato falso” en la política mexicana nos lleva a hacer un análisis sobre las características de una candidatura de este tipo, una conocida artimaña electoral empleada en varios países del mundo.
Un candidato falso, también conocido como “candidato saboteador” o “candidato testaferro”, es un término utilizado para describir a una persona que se postula para un cargo político con la intención de socavar o manipular el proceso electoral en lugar de buscar genuinamente ganar el cargo.
Los candidatos falsos normalmente entran en la contienda no para representar los intereses del electorado o perseguir una agenda política, sino por diversas razones estratégicas que pueden beneficiar a otros candidatos o partidos.
Así es como se pretende que una candidatura falsa se desarrolle en una elección:
Desviar votos: uno de los propósitos principales de un candidato falso es desviar votos de un candidato legítimo, a menudo del mismo espectro ideológico o partidista. Al hacerlo, reducen las posibilidades de que el candidato legítimo gane las elecciones. Esta estrategia puede ser particularmente efectiva en una carrera reñida, donde un pequeño porcentaje de votos puede marcar una diferencia significativa.
Dividir a la oposición: un partido político o candidato dominante puede utilizar estratégicamente candidatos falsos para dividir el apoyo de la oposición. Esto puede debilitar las posibilidades de un rival fuerte al dividir el voto de la oposición y permitir que el candidato dominante gane con un porcentaje menor del voto total.
Engañar o confundir a los votantes: algunos candidatos falsos pueden tener nombres, materiales de campaña o puestos que son intencionalmente similares a los de los candidatos legítimos. Esto puede confundir a los votantes y llevarlos a cometer errores al emitir su voto, apoyando sin darse cuenta a un candidato por el que no tenían intención de votar.
Legitimar la elección: en algunos casos, un partido político dominante o un grupo de interés puede reclutar o alentar a un candidato falso a postularse para que la elección parezca más competitiva o democrática de lo que realmente es. Esto puede dar la impresión de un proceso político saludable y al mismo tiempo garantizar el resultado deseado.
Ocultar al verdadero promotor: en determinadas situaciones, un individuo o grupo poderoso puede utilizar un candidato falso como fachada para ocultar su participación en las elecciones. Al presentar a un candidato aparentemente independiente, pueden influir en el resultado sin atraer escrutinio ni reacciones negativas.
Distraer a los medios y recursos: los candidatos falsos pueden desviar la atención de los medios y los recursos de campaña de los candidatos legítimos, haciéndoles más difícil comunicar su mensaje y llegar a los votantes de manera efectiva.
Es importante señalar que el uso de candidatos falsos se considera en general poco ético y antidemocrático, ya que socava el principio de elecciones justas y honestas. Muchos sistemas electorales cuentan con leyes y regulaciones para prevenir o desalentar tales tácticas.
Sin embargo, en algunos casos, puede resultar complicado demostrar que un candidato se presenta como una farsa, ya que sus motivaciones e intenciones pueden no ser evidentes.
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