(Mesa, Arizona) — El universo literario se extiende ampliamente, donde cada nueva publicación desplaza a numerosas obras hacia el infinito catálogo de volúmenes que abarca la historia.
Inevitablemente, una multitud de autores y sus creaciones se sumergen en el olvido, a la espera de que algún lector, estudiante o experto en letras los rescate y los reintroduzca al mundo literario.
El escritor mexicano Saúl Holguín Cuevas, radicado en Arizona, Estados Unidos, conocido por obras como su más reciente novela Murmullos de la Barbarie, y colaborador de Barriozona Magazine, ha hecho un descubrimiento literario bajo el vasto mar de la literatura: las novelas de Manuel Payno, un escritor, periodista, político liberal y diplomático mexicano del siglo XIX.
Holguín Cuevas no solo se propuso sumergirse en la obra de este escritor nacido en la Ciudad de México en 1820, sino que también se comprometió a escribir sobre ella. Lo más destacado es que este autor de cuentos y crónicas callejeras publicará sus reseñas en Barriozona.
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Aquí hay un adelanto de lo que prepara Holguín Cuevas desde su cueva literaria:
“Si eres aficionado a la literatura mexicana del siglo XIX, te invito cordialmente a leer mis próximas reseñas sobre tres destacadas novelas de Manuel Payno en las próximas semanas.
“Como adelanto, comparto un fragmento de lo que escribo sobre de Los bandidos de Río Frío, que incluye al final una cita textual del libro”:
«Estamos en una pulquería D. Jesús, el dueño, lleva en su faja negra un ancho belduque [cuchillo del campesino español] con vaina de cuero amarillo.
«De unas tinas con nombres como La Chillona, La Bailadora y La Petenera, que lucen letras pintadas en amarillo, colorado y verde, el jicarero, llamado Garrapata, sirve pulque curado de tuna que llaman sangre de conejo».
«En la afamada pulquería de los Pelos sus pulques eran los mejores y más exquisitos de los Llanos del Apan, afamada por la mucha concurrencia diaria, mayor el domingo y en plenitud los lunes, y afamada, en fin, por los muchos pleitos, heridos, asesinatos y tumultos…
«Estando en esta conversación, se presentaron tres ciegos conducidos por un muchacho. El uno con un gran guitarrón y los otros con sus bandolones. Las almuerseras llegaron al mismo tiempo y establecieron sus anafes, y una indita tortillera comenzó á moler y á echar tortillas calientes… Una hora después, los bandolones rasgaban un estrepitoso jarabe, las frituras de longaniza y carnitas saltaban en las cazuelas, y el maíz molido, y el chile y el pulque producían una mezcla de aromas indefinible, embriagador para los concurrentes…».
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