(México) — La naturaleza y condición humana han derivado en una contradicción; lo humano no se explica sólo por su situación física orgánica o por lo propiamente humano (físico-psíquico) e incluso por su situación cósmica, vale decir, de la triada cosmos-materia- mente. La condición humana del hombre ha hecho de éste, en principio, una expansión material del cosmos y después, como materia-mente, un ser exiliado de su estado natural animal, esto es, de su naturaleza. Es un ser enajenado, lo que significaría que es ajeno a su naturaleza pero también a su humanidad.
La salida de esta enajenación sería el fin de la historia y de la modernidad, de los efectos perversos que amenazan no sólo a la especie humana sino a todo el mundo viviente, al planeta; el fin de esta contradicción moderna daría inicio a la postmodernidad, a la ruptura, a la negación de la modernidad (de su historia) y su consecuente paso a una nueva historia, a un nuevo inicio en donde las ciencias, las humanidades y el hombre dejen de explicar, transformar y destruir el Mundo; y que, por el contrario, se ocupen de él y de hacer más humana la humanidad; remitir el problema a un planteamiento filosófico, ético y de responsabilidad, no sólo científico o político.
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El hombre de hoy se ha convertido en un problema en sí mismo pero, ¿cómo definir al hombre? Como animal, individuo o como interacción social con otros hombres (sociología). El hombre como especie humana tiene ciertas características que le definen en su condición natural, pero en el ámbito social (o el hombre como un producto de su cultura), se nos muestra como un ser fragmentado y muy difícil de definir.
Los existencialistas parten del hecho de que el hombre primero existe y después se define; el hombrees lo que se hace; el hombre se elige y al elegirse elige a todos los hombres, el elegir es afirmar al mismo tiempo el valor de lo que elegimos y nuestra responsabilidad es aún mayor de lo que podríamos imaginar porque nuestra elección-acción compromete a la humanidad entera. El hombre, en este sentido, es angustia, ya que no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad con la otredad (la humanidad entera).¹
El hombre de la modernidad se nos muestra fragmentado, esto es, las diferentes ciencias humanas (psicología, economía, derecho, sociología, antropología, filosofía, comunicación etcétera) lo definen parcialmente, sumemos a ello la concepción del hombre como especie desde la perspectiva de las ciencias químico-biológicas (genéticas); el hombre entonces se nos muestra como una contradicción entre las contradicciones que intentan su definición.
Ahora bien, el hombre no puede ser definido desde sí mismo, siempre se le define desde categorías extrahumanas ya sea como una criatura creada por una razón celestial o cósmica o, por otro lado, y desde la perspectiva evolucionista darwiniana, como un mono que ha evolucionado en hombre; o, como el “mono desnudo” de Desmond Morris que vive en un Zoo humano, y en un medio que no es acorde a su naturaleza; y, en donde la sociedad que ha creado, este “hombre civilizado”, es comparable con la del animal cautivo.²
Fernando Savater³ se pregunta ¿cuál es la diferencia fundamental, orgánica, entre el ser humano y cualquier otro animal? y se responde que, es la absoluta ausencia de especialización.
En otras palabras, “en el ser humano, por contraste, no se dan (…) excelencias hiper- especializadas: miembros, órganos y sentidos [como en los animales; y, los hombres] están mucho menos definidos para tareas específicas aunque se las arreglan mejor o peor para cumplir una serie de cargos imprevistos”, (Savater, 2003:22).
Parece que el hombre moderno y su idea de progreso no sólo ha creado una contradicción entre la naturaleza y condición humana; también se han dado múltiples contradicciones, por ejemplo la contradicción entre la modernidad política y la modernidad tecnológica, es decir, la modernidad ha conformado la principal contradicción de la cultura del sistema social de hoy.4
Eric Fromm y la necesidad de salir de la condición humana actual
Por consiguiente las sociedades modernas requieren de un determinado tipo de hombre para su funcionalidad, la “sociedad global y de mercado” requiere de un hombre enajenado, un trabajador o un consumidor autómata; Erich Fromm5 señala que es imperativo que el hombre salga de su condición actual de destrucción y muerte y cree un nuevo hombre que esté al servicio de la vida (humanismo).
Es evidente que el hombre de hoy se ha convertido en un ser espacial y que parece muy probable que podría habitar en el espacio; no sólo ha manipulado el mapa completo del genoma humano, sino que ha clonado seres vivos (ingeniería genética) y ha creado por primera vez vida artificial en un tubo de ensayo (¡ha creado una célula artificial!), se ha cortado el último lazo que situaba al hombre entre los hijos de la naturaleza, situación que en el pasado ya predecía Hannah Argent6 en los años cincuenta.
Por tanto, el mismo deseo de escapar de la prisión de la Tierra se manifiesta en el intento de crear vida, de producir seres humanos superiores, y de alterar su aspecto y función; y, en dicho deseo de escapar de la condición humana destaca además la esperanza de prolongar la vida humana más allá del límite de los cien años (Arendt, 1998).
En definitiva, los múltiples problemas humanos; los de una humanidad condicionada que no puede dejar de elegir y actuar -aunque en su actuar y elección conlleve su propia muerte y destrucción como especie, la consecuente desaparición de su cultura- es un hecho del que debemos ocuparnos; más aún, está en juego la destrucción no solo de la especie humana sino de nuestro hábitat global con todas sus especies, del planeta Tierra.
Es imperativo el fin de la historia, de la modernidad; romper y negar el modelo actual de nuestro Mundo y las exigencias de un capitalismo salvaje y de mercado, del hombre como un consumidor eterno y el de una naturaleza a la que se le creé también eterna; del hombre como parte de un mercado laboral que le enajena; del proceso de cosificación humana en el que el hombre odia su vida y se considera prisionero (hoy se dice, incluso de nuestro planeta); de la amenaza de la guerra y del autómata cibernético; de los autoritarismos políticos y su actuar-discursivo, etcétera.
Es decir, es necesario acabar con los efectos perversos de la modernidad; hacer la ruptura y negación e iniciar el mundo de la postmodernidad; el nuevo inicio, la nueva historia en que el hombre deje sólo de explicar, transformar destruir su Mundo; y que a partir de hoy se responsabilice, y se empiece a ocupar más de él.
REFERENCIAS
1 Sartre, Jean Paul (2010). El existencialismo es un humanismo. Editores Mexicanos Unidos. Con respecto al existencialismo y esta idea de la triada elección-responsabilidad-angustia leer página 22 y ss.
2 Leer al respecto la obra El zoo humano, Desmond Morris, Editorial Rotativa, 1974.
3 El valor de elegir, 2003, Editorial Arial.
4 Immanuel Wallerstein, ¿El fin de la modernidad?, en Sociológica, año 10, número 27, Actores, clases y movimientos sociales I. enero-abril de 1995. Leer páginas de la 13-31.
5 La condición humana, 2012, Editorial Paidós, Colección Biblioteca Erich Fromm.
6 La condición humana, Editorial Paidós 1998.
* Desmond John Morris es un zoólogo, etólogo y pintor surrealista inglés, así como un autor popular en sociobiología humana. Es conocido por su libro de 1967 The Naked Ape (El mono desnudo) y por sus programas de televisión como “Zoo Time”.
El autor, Gabriel Núñez Palencia es Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva UNAM, Licenciado en Sociología UAM, actualmente estudia la licenciatura en Creación Literaria en UACM (2012) y la licenciatura en Matemáticas en la UnADM (2013).
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