El fenómeno del hostigamiento sexual no fue reconocido como un problema hasta los años 70s. Antes de esa década, las mujeres consideraban tal situación como un asunto de índole personal.
Con el advenimiento de las feministas, las mujeres comenzaron a percibir las propuestas sexuales no deseadas dentro del ámbito del trabajo como parte de un problema estructural. Esto es, el sexo femenino comenzó a ver las situaciones de esa índole ya no como algo ocasional o fortuito; no sólo como un hombre aquí y otro allá haciendo comentarios ofensivos por el simple hecho de sentirse atraídos a una mujer, sino más bien como una circunstancia metódica en la que miembros del sexo masculino en puestos de autoridad, usaban sus posiciones para forzar varias formas de sexo no incitado por las mujeres.
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En 1976, las mujeres acuñaron el término “acoso sexual”, y en la actualidad, aún los adolescentes están familiarizados con ese concepto. Especialistas en estudios de los símbolos dirían que un cambio en la conciencia, resulta de una “reinterpretación de experiencias simbólicas”. En otras palabras, cuando las mujeres encontraron un término apropiado para referirse a sus experiencias, se percibieron a sí mismas bajo una nueva luz.
En Estados Unidos, en la medida en que los casos de hostigamiento sexual fueron llevados a las cortes de justicia, la definición de ese término fue ampliada. Se entiende por acoso sexual el uso del puesto u ocupación de un individuo para forzar demandas sexuales indeseadas en otra persona, pero actualmente, la definición legal del hostigamiento sexual comprende todo interés sexual no instigado que incapacita la habilidad de ejecutar el trabajo de una persona, o que crea un ambiente hostil de trabajo, basado en el género sexual.
También incluye la conducta de compañeros de trabajo, si ésta es permitida y tolerada por las personas en autoridad. Sin embargo, el concepto legal del acoso sexual ha llegado a ser muy difuso, al grado que en un caso que llegó a los juzgados, una mujer a quien no se le solicitaron favores sexuales mientras que a todas la otras si, fue declarada también como víctima.
Desde que muchas mujeres han llegado a ocupar puestos de autoridad, el acoso sexual ya no es exclusivamente un problema en contra del sexo femenino. Estudios realizados en 1981 y en 1992 revelaron que 15 por ciento de trabajadores del sexo masculino habían sido acosados sexualmente.
No obstante, los hombres que son víctimas de hostigamiento sexual, no son escuchados en la misma medida que las mujeres, debido a que la gente tiende ver esta situación invertida como algo irónico. Estos individuos han reportado también que se han sentido impotentes y manipulados por sus jefas.
Algunos sociólogos opinan que, inevitablemente, las normas sociales finalmente emparejarán esta realidad cambiante de las mujeres en puestos de poder, y los hombres como víctimas.
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