A partir de su mismo nombre artístico, Flor Silvestre simboliza la cepa de una generación casi extinguida de artistas intérpretes mexicanos de talla internacional.
Flor Silvestre… su nombre evoca desde la raíz a una flor de una variedad no cultivada, una flor que crece libremente sin intervención humana. Belleza y talento natos, en otros términos.
En la expresión de sus multifacéticos talentos, así como en la entrega impecable de su arte durante décadas sobre escenarios de México y del mundo, Guillermina Jiménez Chabolla –su nombre verdadero– demostró indiscutiblemente una pureza silvestre y una artisticidad natural, sin artificios, trucos ni simulaciones.
Relacionado → Dolores del Río: Una estrella atemporal en el paisaje siempre cambiante de Hollywood
Su belleza física natural, sus rasgos perfectos, su aleación de inocencia campirana y atractivo sensual, estamparon en la ejecución de su oficio el sello genuino de “mujer real”. Atributos físicos como los de ella, hoy se tratan de imitar frenéticamente por medio de productos implantados o costosas incisiones de bisturí.
Así, como mujer y artista, Flor Silvestre es, en su leyenda, una flor sin falsedades, una flor fresca, natural, real y verdadera sobresaliendo entre un ramillete de flores artificiales de papel, látex o seda.
A los atributos físicos de esta primera dama de la canción ranchera mexicana se sumó su talento artístico, una voz tan natural y singular como su belleza misma, dando vida así a una simiente que germinó en una estampa de mexicanidad única y universal que a su vez sustentó una carrera profesional a prueba de modas, tendencias y burdas imitaciones.
La legendaria intérprete mexicana, nacida en Salamanca, Guanajuato el 16 de agosto de 1930, se encumbró sin Autotune, Photoshop ni Instagram.
Flor Silvestre, por tanto, no sólo personifica el peso neto de una mujer real sino de una artista real que se establece y perdura en los escenarios por décadas con un éxito ganado y cultivado, sin trucos publicitarios, sin artimañas baratas ni vulgares, y sin recurrir al recurso fácil del desnudo para fabricar popularidad y fama instantáneas.
Su peso neto no requirió del peso bruto de empaques, envolturas o envases para destacar con los que en la actualidad se disfraza a intérpretes fabricados en serie y con fecha de caducidad.
Su presencia en un escenario era la suma de su belleza natural más su talento real. No obstante, la latitud y longitud artísticas de Flor Silvestre traspasaron fronteras. Su imagen como intérprete –cantante, actriz, artista ecuestre– se abanderó con elementos de la identidad mexicana asociados con el campo, la Revolución, lo folclórico.
Empero, hay aún algo más que se añade a esas tres características, y es la imagen verdadera de esposa y madre de esta singular mujer que lo mismo actuó, cantó y montó con gracia y audacia a caballo durante sus interpretaciones.
Flor Silvestre se consolidó como un fuerte símbolo femenino de lo mexicano, fusionando hábilmente los roles de artista, esposa y madre en el ámbito profesional, acuñando para siempre un sello emblemático y singular en el mundo del espectáculo internacional.
Todo esto le confiere a Flor Silvestre el título de Primera Dama de la Canción Mexicana, una perífrasis ganada con méritos de sobra al haber desempeñado estas multitareas de intérprete, esposa y madre de manera profesional y natural, como un reflejo genuino de la persona que era.
En el crepúsculo de su vida, la historia de Flor Silvestre se inmortaliza, separando aún más la brecha entre lo genuino y lo artificial, afirmando la legitimidad del talento verdadero ante el fabricado, y distinguiendo lo ganado con esfuerzo a lo comprado con dinero o favores.
La trayectoria profesional de Flor Silvestre hoy se eleva en el medio artístico en proporción de una justa estatura que solo se alcanza y se retiene a base de autenticidad, trabajo duro desde la raíz y de fidelidad a la identidad propia.
El recuerdo de Flor Silvestre cabalga hoy en una latitud de reposo y sosiego. La música suave de una trompeta con sordina le rinde homenaje a su vida y su talento. El eco lejano de su voz reverbera en la sierra. Los escenarios sienten un escalofrío por su partida. En el microcosmos del espectáculo se ahonda el hueco que su ausencia deja y que nadie llenará. En tanto, a cada amanecer, su magnífica leyenda se agiganta.
ENLACE EXTERNO → Biografía de Flor Silvestre
© 2020 - 2024, Eduardo Barraza. All rights reserved.