Mientras los ecuatorianos emitían sus votos en las recientes elecciones presidenciales, el correísmo se perfiló como un factor determinante en el futuro de la nación sudamericana.
Arraigado en las ideas y políticas del expresidente Rafael Correa, el correísmo encarna una combinación distintiva de socialismo democrático y orientación izquierdista, con un fuerte énfasis en los programas de bienestar social, las reformas económicas y la búsqueda de la reducción de la desigualdad.
Rafael Correa, quien se desempeñó como presidente de Ecuador de 2007 a 2017, orientó su administración hacia políticas alineadas con los principios del correísmo.
Esta era fue testigo de un aumento del gasto público en sectores cruciales como la atención médica y la educación, un alejamiento deliberado de los modelos económicos neoliberales y esfuerzos para disminuir la dependencia de las instituciones financieras globales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Uno de los logros fundamentales de la corriente política conocida como correísmo fue la notable reducción de los índices de pobreza durante la presidencia de Correa. Su compromiso por mejorar el nivel de vida de los ecuatorianos fue evidente, lo que se tradujo en una disminución sustancial de los niveles de pobreza y un aumento apreciable de las condiciones de vida.
Sin embargo, el movimiento no estuvo exento de críticos, quienes expresaron su preocupación por la centralización del poder dentro del poder ejecutivo y las denuncias de corrupción.
En el contexto de las elecciones presidenciales extraordinarias de Ecuador del 20 de agosto de 2023, la persistencia del correísmo sigue siendo palpable.
El surgimiento de candidatos como Luisa González, del Movimiento Revolución Ciudadana, y protegida de Rafael Correa, sirve como testimonio de la persistencia del movimiento. La candidatura de González se centra en la reactivación de los programas y políticas sociales que definieron el mandato de Correa, adoptando los principios fundamentales del socialismo democrático y la gobernabilidad de izquierda que son emblemáticos del correísmo.
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El notable logro de González de asegurar el 33 por ciento del apoyo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el domingo 20 de agosto, subraya la importancia del correísmo en el panorama político de Ecuador.
Su candidatura resuena en una parte sustancial de la población que aboga por la continuación de los principios y políticas defendidos por la administración de Correa.
La etapa electoral se complicó aún más con el trágico asesinato del candidato anticorrupción Fernando Villavicencio el 9 de agosto de 2023, un claro recordatorio de los desafíos que enfrenta el clima político de Ecuador.
Las consecuencias de este evento llevaron al reemplazo de Villavicencio por el periodista Christian Zurita, quien obtuvo un 16 por ciento de los votos, lo que indica la influencia continua del correísmo incluso frente a la adversidad.
Al acercarse la segunda vuelta y mientras los candidatos Luisa González y Daniel Noboa (quien quedó en segundo lugar con el 23 por ciento de los votos) se preparan para la siguiente fase de la campaña, es probable que la prominencia del correísmo continúe dando forma al discurso.
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Mientras la nación enfrenta desafíos económicos apremiantes exacerbados por la pandemia de COVID-19, la violencia social y las operaciones del narcotráfico, la batalla ideológica entre el correísmo y otras corrientes políticas jugará un papel decisivo para determinar la trayectoria futura de Ecuador.
Los resultados de esta elección y el gobierno subsiguiente tendrán implicaciones de gran alcance, haciéndose eco de la lucha en curso entre visiones contrapuestas para el panorama político, social y económico de Ecuador.
La resiliencia del correísmo, junto con el surgimiento de otras corrientes ideológicas, asegura que el camino hacia adelante de la nación estará marcado por debates enérgicos y decisiones transformadoras que resuenan mucho más allá de sus fronteras.
Rafael Correa, el correísmo y su “socialismo del siglo XXI”
Rafael Correa, expresidente de Ecuador, es una figura destacada cuya ideología política ha suscitado discusiones y debates en todo el espectro. Él mismo ha descrito sus creencias como arraigadas en el “socialismo del siglo XXI”, un término que resume su visión de una sociedad más equitativa.
No obstante, el enfoque de gobierno de Correa ha sido etiquetado como populismo de izquierda, con elementos de populismo económico, conservadurismo social y un estilo de liderazgo cuasi autoritario.
Para obtener una comprensión más profunda de su postura ideológica, aquí hay algunos datos rápidos que arrojan luz sobre las características clave que definen la ideología política de Rafael Correa:
Ideología auto declarada: Rafael Correa se describe a sí mismo como un defensor del “socialismo del siglo XXI”.
Populismo de izquierda: La revista The Economist caracterizó a Correa como un “populista de izquierda”, enfatizando su atractivo para las masas con políticas de orientación socialista.
Económicamente populista: La ideología de Correa se describe como “económicamente populista”, lo que indica su enfoque en políticas que apuntan a beneficiar a la clase trabajadora y los segmentos económicamente desfavorecidos de la sociedad.
Socialmente conservador: El diario The Washington Post identificó el enfoque ideológico de Correa como “socialmente conservador”, lo que sugiere que tiene valores y puntos de vista tradicionales sobre temas sociales.
Cuasi-autoritario: Se ha afirmado que la ideología de Correa posee rasgos “cuasi-autoritarios”, lo que implica una fuerte centralización del poder y el control.
Líder populista: En su libro The Triumph of Politics: The Return of the Left in Venezuela, Bolivia and Ecuador (El triunfo de la política: el retorno de la izquierda en Venezuela, Bolivia y Ecuador), los académicos George Philip y Francisco Panizza categorizaron a Correa como un líder populista, similar a figuras como Evo Morales (Bolivia) y Hugo Chávez (Venezuela). Señalaron su llamamiento directo a la gente, tácticas divisivas y promesas de redistribución y reconocimiento.
Apelación directa al pueblo: Correa, al igual que otros líderes populistas, apeló directamente al pueblo, presentándose como un campeón de sus intereses contra las élites políticas y económicas establecidas.
Campos antagónicos: La estrategia política de Correa implicó dividir el campo social en campos antagónicos, reuniendo el apoyo de grupos específicos mientras los contrasta con los adversarios percibidos.
Redistribución prometida: Parte del enfoque populista de Correa incluyó promesas de redistribución, buscando cerrar la brecha económica entre los diferentes segmentos de la sociedad.
Reconocimiento prometido: Más allá de las preocupaciones económicas, Correa también prometió reconocimiento a los grupos marginados, con el objetivo de establecer un nuevo orden político que aborde las desigualdades históricas.
Estos datos rápidos brindan una descripción general del correísmo, la corriente política de Rafael Correa, destacando su combinación de populismo de izquierda, políticas económicamente populistas y un estilo de liderazgo fuerte y casi autoritario.
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