(México) — En un artículo titulado Aspectos positivos y negativos del gobierno de Porfirio Díaz, el dictador modernizador de México, expusimos las dos caras de una figura que, más de un siglo después de su caída, sigue provocando encendidos debates.
En esta entrega retomamos el hilo, porque el péndulo de la discusión sobre Porfirio Díaz no se ha detenido; al contrario, sigue oscilando con fuerza entre la admiración ciega y la condena absoluta, incapaz de encontrar reposo en un punto medio.
Hablar de Díaz es invocar la metáfora perfecta de ese péndulo histórico: de un lado, el modernizador visionario que tejió los hilos de un México nuevo, abriendo caminos de hierro, tendiendo líneas telegráficas, y convocando capitales extranjeros que impulsaron la industria, la infraestructura y la economía.
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Del otro, el dictador inflexible que, tras prometer la no reelección, se aferró al poder por más de treinta años, acallando con mano dura a la prensa independiente, a los opositores, y a los movimientos sociales que clamaban por justicia.
El Porfiriato, ese largo capítulo entre 1876 y 1911 (con un breve interludio de Manuel González), fue una época de contrastes brutales. El país vivió una pacificación relativa tras décadas de guerras civiles e intervenciones extranjeras. Bajo su égida, México emergió como una nación moderna, sujeta a los vaivenes del capital mundial, con ciudades que destellaban modernidad y provincias que se integraban, por fin, en una red nacional.
Pero esa modernización tuvo un alto precio: el desarrollo benefició a las élites, mientras que vastas capas de la población rural y urbana permanecieron en la miseria, sujetas a sistemas de peonaje y represión.
El péndulo de la historia nos obliga a mirar ambos extremos. Sería reduccionista hablar solo del progreso sin mencionar las manos atadas de campesinos, obreros y periodistas que osaron desafiar al régimen. Igualmente, sería ciego reducir a Díaz a un simple tirano sin reconocer su genio organizativo, su visión de un México potente, su capacidad para insertar al país en el escenario internacional.
La fascinación y la repulsión que despierta Porfirio Díaz no han dejado de renovarse. Entre sus defensores actuales, persiste la nostalgia de un orden que, aunque desigual, prometía estabilidad y crecimiento.
Entre sus críticos, la memoria de una dictadura que sembró las semillas del estallido revolucionario de 1910 sigue ardiendo. Como un péndulo que jamás encuentra reposo, la figura de Díaz oscila en la conciencia histórica de México, impulsada por pasiones que aún hierven.

Porfirio Díaz y el péndulo de la historia
Este artículo no pretende fijar el péndulo en un extremo ni en otro. Busca, más bien, invitar al lector a seguir su movimiento pendular, a observar sin prejuicio el vaivén que describe la trayectoria de este personaje monumental y contradictorio. A reconocer que el dictador modernizador, el modernizador autoritario, dejó un legado marcado por claroscuros indelebles.
Quizá el punto medio —el equilibrio perfecto entre la luz y la sombra— sea inalcanzable. Pero acercarse a él implica aceptar la complejidad, abrazar las contradicciones y resistirse al canto de sirena de las verdades absolutas.
En el péndulo eterno de la historia, Porfirio Díaz sigue marcando el compás. Comprenderlo exige, todavía hoy, el coraje de mirar de frente tanto su grandeza como su miseria, su genio como su arrogancia.
Al final, queda en cada lector decidir: ¿permanecer en la luz, refugiarse en la sombra, o aceptar que en toda figura humana —y más en las que marcan épocas— la verdad suele habitar en el movimiento mismo del péndulo, nunca en su quietud?
Claroscuros del régimen de Porfirio Díaz
✅ Construyó una vasta red ferroviaria que conectó al país como nunca antes.
❌ Aplastó las rebeliones locales que exigían autonomía y justicia social.
✅ Atrajo inversiones extranjeras que impulsaron la minería, la industria y las comunicaciones.
❌ Entregó recursos nacionales a intereses foráneos, marginando a los mexicanos comunes.
✅ Pacificación nacional tras décadas de guerras internas.
❌ “Paz porfiriana” basada en la represión, el control férreo y el temor.
✅ Modernizó el sistema educativo, impulsando escuelas técnicas y normales.
❌ Excluyó a las clases populares del acceso efectivo a la educación superior.
✅ Embelleció la Ciudad de México con arquitectura y servicios de corte europeo.
❌ Profundizó la desigualdad, dejando al campo en condiciones de abandono y miseria.
✅ Impulsó el telégrafo y el teléfono, revolucionando las comunicaciones.
❌ Usó esas redes para vigilar y controlar a sus opositores en todo el país.
✅ Fomentó el crecimiento económico y la estabilidad financiera.
❌ Concentró la riqueza en una élite, mientras campesinos y obreros sufrían condiciones infrahumanas.
✅ Introdujo códigos y reformas legales para profesionalizar el aparato de gobierno.
❌ Manipuló las leyes y elecciones para perpetuarse en el poder.
✅ Proyectó a México como un país moderno ante el mundo.
❌ Encubrió la pobreza extrema y el despojo interno tras una fachada de progreso.
✅ Consolidó un Estado fuerte y funcional.
❌ Sofocó cualquier intento democrático real con censura, cárcel y exilio.
ENLACE EXTERNO → Biografía de Porfirio Díaz
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