(Phoenix, Arizona) — Los aranceles comerciales han pasado de ser una herramienta de protección económica a convertirse en el epicentro de disputas comerciales internacionales. En los últimos años, el mundo ha sido testigo de una escalada en la llamada “guerra de los aranceles”, protagonizada por Estados Unidos y sus principales socios comerciales, como China, México y Canadá.
Pero más allá de los discursos políticos y los titulares de prensa, la verdadera pregunta es: ¿dónde recaen los efectos reales de estos impuestos al comercio internacional? A continuación, exploramos el impacto de los aranceles desde sus fundamentos hasta las repercusiones en la economía global y el bolsillo del consumidor.
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Los aranceles: qué son y cómo funcionan
Los aranceles son impuestos que un país impone sobre productos importados con el objetivo de encarecerlos y, así, favorecer a la industria nacional. En teoría, esta medida protege a los productores locales al hacer que los bienes extranjeros sean menos competitivos en el mercado interno. Además, los aranceles generan ingresos fiscales para el gobierno y pueden utilizarse como una herramienta diplomática para influir en las relaciones comerciales.
Sin embargo, cuando los aranceles se emplean en una estrategia de represalia, pueden desatar una guerra comercial, en la que los países afectados responden con medidas similares. Esto crea un círculo vicioso que impacta el comercio internacional y pone en riesgo la estabilidad económica global.
Un contenedor es cargado en la barcaza Columbia Elizabeth en la Terminal Marítima de Packer Avenue, en el Puerto de Filadelfia, en Filadelfia, Pensilvania, EE.UU., el miércoles 5 de marzo de 2025. El dólar sufrió su mayor caída desde que el presidente estadounidense Donald Trump asumió el cargo este año, debido a las crecientes preocupaciones sobre el impacto negativo de los aranceles en la economía, lo que ha debilitado al billete verde, especialmente frente al euro.
El estallido de la guerra de los aranceles
El actual conflicto arancelario se intensificó con la administración de Donald Trump, quien, bajo la premisa de “America First”, aplicó aranceles agresivos para reducir lo que consideraba un déficit comercial injusto de Estados Unidos.
En marzo de 2025, el gobierno estadounidense impuso un arancel del 25% a productos importados desde México y Canadá, además de elevar al 20% los impuestos sobre bienes chinos. Esta medida afectó industrias clave, como la automotriz, la tecnológica y la agroalimentaria. La reacción no se hizo esperar: China, México y Canadá respondieron con aranceles sobre productos estadounidenses, intensificando la disputa.
¿Quién paga el costo de esta guerra comercial?
Uno de los argumentos más comunes a favor de los aranceles es que protegen a la economía nacional. Pero la realidad es que estos impuestos no los pagan los países exportadores, sino los consumidores finales y las empresas importadoras. Aquí te explicamos cómo sucede:
Aumento en los costos de importación: Un arancel incrementa el precio de los productos importados. Por ejemplo, si un televisor chino está sujeto a un arancel del 20%, su precio final se eleva en esa proporción.
Traslado del costo al consumidor: Las empresas importadoras rara vez absorben estos costos, por lo que los trasladan al consumidor final a través de precios más altos.
Efecto en los productos locales: Paradójicamente, los fabricantes nacionales pueden aumentar también sus precios al no tener competencia extranjera, reduciendo las opciones asequibles para el consumidor.
Impacto desproporcionado en ciertos sectores: Productos esenciales como alimentos, ropa y electrónicos sufren los mayores incrementos de precio, afectando especialmente a las familias de bajos ingresos.

Impacto económico y político
Las consecuencias de esta guerra arancelaria han sido palpables. En Estados Unidos, los consumidores han visto incrementos en el costo de productos básicos, lo que ha llevado a un aumento del gasto anual de hasta 1,200 dólares por hogar, según el Peterson Institute. Además, industrias como la tecnológica y la automotriz han tenido que reajustar sus cadenas de suministro para mitigar el impacto de los aranceles.
México y Canadá también han sentido los efectos. Los aranceles estadounidenses han encarecido productos emblemáticos como el aguacate, el tequila y los automóviles. En Canadá, las restricciones han golpeado la exportación de energía, generando tensiones con Washington.
China, por su parte, ha optado por una estrategia de diversificación, fortaleciendo sus lazos comerciales con otros mercados como América Latina y la Unión Europea. Además, ha impuesto aranceles sobre productos agrícolas estadounidenses, lo que ha afectado gravemente a los agricultores en estados clave como Iowa y Nebraska.
Un operario colabora en la carga de contenedores a la barcaza Columbia Elizabeth en el Puerto de Filadelfia, ubicado en Filadelfia, Pensilvania, EE.UU., el miércoles 5 de marzo de 2025. El dólar registró su mayor desplome desde la toma de posesión del presidente Donald Trump este año, en medio de crecientes temores sobre las consecuencias negativas de los aranceles en la economía, lo que ha provocado una notable depreciación de la moneda, especialmente frente al euro.
¿Hacia dónde va la guerra de los aranceles?
Los analistas advierten que, si esta guerra comercial persiste, podría acelerar una fragmentación económica global, con cadenas de suministro cada vez más regionalizadas. Algunos expertos ven en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) una posible vía para mitigar tensiones, pero la implementación de aranceles unilaterales pone en duda su efectividad como marco de cooperación económica.
Si bien los aranceles pueden ser una herramienta poderosa para proteger industrias nacionales y ejercer presión política, también pueden generar costos significativos para los consumidores y desacelerar el crecimiento económico global. La pregunta clave es si los gobiernos encontrarán un equilibrio entre el proteccionismo y la necesidad de mantener mercados abiertos en un mundo cada vez más interconectado.
Al final del día, el precio de la guerra de los aranceles no lo pagan solo los países en disputa, sino los ciudadanos comunes, quienes ven reflejado este conflicto en cada compra que realizan.
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