(Ciudad de México) — Después de unas campañas proselitistas que capturaron la atención de los electores debido a los constantes ataques entre los candidatos presidenciales a la presidencia de México, y por la falta de propuestas, el Instituto Federal Electoral (IFE) declaró ganador de la contienda a Felipe Calderón Hinojosa del Partido Acción Nacional (PAN).
Durante la campaña del candidato panista se trató de “dibujar” a su rival de Partido Democrático de la Revolución (PRD), Andrés Manuel López Obrador, “el Peje”, como una persona que reacciona de mala manera ante los problemas que se le presentan, que es impulsivo, visceral, que no sabe aceptar sus errores cuando los comete y, peor aún, que no le gusta que critiquen su manera de actuar.
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Parece que López Obrador se ha dado a la tarea de corregir y aumentar la imagen que se creó de él ante el electorado, puesto que días antes de que el IFE declarara a Calderón como el ganador de la contienda presidencial, el tabasqueño ya empezaba a dar muestras de su impulsividad al afirmar que había ganado la elección.
López Obrador subrayó el dos de julio que, de acuerdo con datos con los que contaba, él estaba a la cabeza por un margen no menor a los 500 mil votos. Dicha información fue rechazada por el IFE, dado que el este daba como virtual ganador a Calderón luego de realizar el conteo rápido de los votos.
Ante la mínima diferencia entre Calderón y López Obrador, Luís Carlos Ugalde, consejero presidente del IFE, afirmó que era necesario se computaran todas las casillas para poder dar a conocer al próximo presidente de la República.
Días después, y con el 100% de las casillas computadas, el IFE reconoció como ganador a Calderón con un margen de ventaja menor al punto porcentual lo que desencadenó la impulsividad del Obrador.
López Obrador inició con la impugnación de casillas luego de conocer el resultado del IFE, comenzó a realizar marchas, y en lugar de llamar a la reconciliación nacional, pidió que se llevara a cabo el conteo “voto por voto y casilla por casilla” para tratar de desmentir al Instituto Federal Electoral.
Aunado a estos actos, el originario de Macuspana, Tabasco, presentó un video en el que supuestamente se comete fraude electoral. El video muestra a un individuo introduciendo varias boletas en una urna que, según López Obrador, era la urna de las boletas presidenciales.
Esto no significó otra cosa más que un acto desesperado de López Obrador, toda vez que en primer lugar el reacomodo de boletas está permitido por la ley, en segundo, este hecho fue realizado con la aprobación del observador del PRD en dicha casilla y en tercero, y más importante, se trataba de la urna para candidatos a diputados federales.
El proceso electoral continúa y el Tribunal Federal Electoral (TRIFE) ahora se encarga de revisar las impugnaciones que se presentaron por parte de los partidos políticos y de certificar la elección.
Los actos que está realizando “el Peje” –como se le apoda a López Obrador– hacen pensar que lo que busca es tratar de una forma u otra que se anulen los comicios presidenciales y con ello obtener ganancias de lo perdido.
López Obrador no está tomando en cuenta el hecho que la sociedad mexicana está sumergida en medio de su lucha por el poder, y que lo único que está logrando es dividir a la sociedad entre pobres y ricos lo cual no beneficiará a nadie.
Asimismo, “el Peje” le apuesta a anular la elección con la finalidad de que la gente ya no acuda en la misma medida a las urnas y le favorezca el voto de los que creen que se cometió fraude electoral.
Un país como México, lo menos que necesitaba en vías de fortalecer su endeble democracia era que un candidato le apostara por saltarse a las instituciones, y de esta manera poner en duda la autonomía de estas y de paso las resoluciones que se dan en dichos organismos.
La democracia del país pende de un hilo ante un sistema que no logra llenar las lagunas de una legislación añeja, y ante la falta de propuestas para lograr reformas necesarias por el bien de la ciudadanía.
Es necesario que se regule de mejor forma todo el proceso electoral, desde la elección de candidatos por parte de los partidos políticos, pasando por la manera de hacer campañas proselitistas y terminando con la jornada electoral.
Tal parece que después de estos comicios será necesario pensar seriamente en un proceso electoral que contemple la segunda vuelta, puesto que quien resulte ganador de estas elecciones sólo representará a una tercera parte de la población lo cual hace más difícil llevar a cabo una buena administración.
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